Venezuela: realidad virtual

Entre el 27 de febrero y el 11 de marzo de 2004 se transmitieron por los principales canales privados de televisión venezolanos como lo son Globovisión, Venevisión, Radio Caracas Televisión, Televen, entre otros, cadenas de noticias extranjeras (CNN), periódicos de oposición como El Nacional, El Universal, 2001, etcétera, unas acciones aisladas de protesta propiciadas por adeptos a los grupos que se oponen al gobierno del presidente Hugo Chávez Frías.

Magnificándolas y haciéndolas ver como una gran revuelta que es reprimida por el Gobierno venezolano debido a que —dicen estas fuentes «informativas»— se sabe perdido en un posible proceso electoral en caso de producirse. Pero estos medios de comunicación no plasmaron realmente toda la verdad, sino que se amoldaron a una realidad que no es tan cierta como se percibe en el exterior.

En primer lugar veamos cómo debe ser llevado a cabo el proceso del referéndum revocatorio en Venezuela.

Arrepentida

El artículo 72 de la constitución venezolana reza que «Todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables. Transcurrida la mitad del período para el cual fue elegido un funcionario o funcionaria, un número no menor del veinte por ciento de los electores o electoras inscritos en la correspondiente circunscripción podrá solicitar la convocatoria de un referendo para revocar su mandato. Cuando igual o mayor número de electores o electoras que eligieron al funcionario o funcionaria hubieren votado a favor de la revocación, siempre que haya concurrido al referendo un número de electores o electoras igual o superior al veinticinco por ciento de los electores inscritos o inscritas, se considerará revocado su mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta absoluta conforme a lo dispuesto en esta Constitución y en la ley».

Bajo esta premisa, la oposición debió recoger un número no menor de dos millones cuatrocientos cincuenta y dos mil ciento setenta y nueve (2.452.179) firmas, que representan el 20% del universo total de los votantes registrados en Venezuela, en las elecciones presidenciales del año 2000 para activar el referéndum revocatorio en su contra. Sólo entonces se procedería a activar un proceso refrendario para evaluar en las urnas electorales la gestión del Presidente de la República.

Luego de que el Consejo Nacional Electoral, que es el organismo encargado de verificar las firmas que entregó la oposición, las comparó y se pronunció el día 2 de marzo del año en curso en un informe preliminar donde se lee —según el diario Últimas Noticias— que encontraron 1.832.493 (un millón ochocientas treinta y dos cuatrocientas noventa y tres) firmas válidas, con la opción de que un importante número de firmas iría a reparo por considerar dudosa su procedencia. Es decir, que alguien pudo haber firmado por otro, o haber firmado más de una vez, o que se pudieron incluir nombres y cédulas de personas fallecidas o menores de edad. Este proceso consiste entonces en que 816.017 (ochocientas dieciséis mil diecisiete) personas deben volver a firmar para que se verifique que efectivamente esa era su intención y que nadie les habría usurpado su voluntad política.

Llama poderosamente la atención que a mediados de la semana del 27 de febrero hasta la correspondiente al 3 de marzo de 2004, la oposición llamó a sus adeptos a tomar la calle. Para el 2 de marzo dirigentes del partido Primero Justicia tales como Julio Borges, o de Alianza Bravo Pueblo como Antonio Ledezma (ex Gobernador del Distrito Federal y ex Alcalde de Caracas por el partido Acción Democrática, de orientación socialdemócrata) desconocieron la decisión del CNE y siguieron llamando a sus militantes o simpatizantes al desorden en la calle debido a que «les habían robado las firmas». Es decir, que según ellos el referéndum contra el Presidente debía ir porque sí.

De esta manera, la oposición venezolana quiso presionar al CNE para que fuera directo al mecanismo del referéndum revocatorio presidencial, sin que hubiese tantos «tecnicismos», esto es, sin que fueran revisadas las firmas que entregó la oposición contra el Presidente Chávez.

Es por esta razón que un pequeño grupo de antisociales hizo actos de presencia en las tardes a propiciar disturbios callejeros que rayaron en lo delincuencial en las zonas del Este de Caracas. No es una protesta que tiene un basamento político serio, ni una propuesta alternativa de país frente a lo que está sucediendo, sino más bien se busca la destrucción de calles y avenidas, así como la quema de cauchos y basura, propiciando el temor de los habitantes de estas urbanizaciones, coaccionándolos por medios violentos a quedarse en sus viviendas. No representó una lucha de carácter ideológico, ni siquiera político, es sólo la muestra de la más cruda agresión contra la población de estas zonas. De hecho, en los noticieros se informaba de que los pacientes recluidos en la Clínica Metropolitana, ubicada en el Este de Caracas, habían sido afectados por el humo de los objetos incendiados y de los gases provenientes de las bombas lacrimógenas.

Sin embargo, los medios de comunicación que citamos al principio de este artículo, magnifican estos hechos como si en Venezuela de verdad se estuviera viviendo un caos de grandes magnitudes en el país. El canal privado Globovisión muestra a reducidos grupos que ni siquiera residen en las zonas afectadas quemando cauchos y basura y como si éstos fueran los agredidos. Mientras que a la Guardia Nacional se le denigra en repetitivos espacios mediáticos, mientras ésta intenta mantener el orden que se supone existe en una sociedad civilizada al no hacerlo las policías municipales de las Alcaldías de Chacao, El Hatillo o Baruta, cuyos Alcaldes se han declarado abiertamente opositores al Gobierno Nacional.

Me parece peligroso que desde altos edificios ubicados en Altamira, en el Municipio caraqueño de Chacao, grupos de desadaptados le hayan disparado a los piquetes de la Guardia Nacional (GN) con armas de guerra. Es emblemática la imagen transmitida por nuestra televisión cuando uno de estos piquetes se arroja íntegro al suelo, al escuchar disparos en su contra. Por supuesto que los periodistas que reseñaban esa noticia señalaban que era la fuerza pública quien disparaba, aunque éstos yacían tirados en el piso. Estas acciones nos dan una idea de las características de cómo estos sectores de los grupos de la oposición observan la realidad política venezolana.

Lo triste de todo es que estos medios han hecho propaganda política con las imágenes de una activista del partido Acción Democrática que se acerca hasta el piquete de la GN y los despoja de uno de sus rolos, razón por la cual fue neutralizada por este cuerpo. Hacen propaganda con los grupos que delinquen quemando basura en zonas de clase alta, es decir, el Este de Caracas, hacen propaganda con las agresiones de las que son objeto los miembros del poder electoral a los cuales tildan de «oficialistas», mostrando una realidad invertida, con los agredidos pasando a ser agresores, y los agresores pasando a ser víctimas.

Haciendo caso omiso a la concentración chavista del domingo 29 de febrero de 2004 en el Este de Caracas con más de un millón de personas, y a las manifestaciones de apoyo al gobierno venezolano en Argentina, Brasil, Uruguay y hasta en los mismos Estados Unidos, así como obviaron que también hay procesos de firmas para activar el referéndum a los diputados de oposición. La realidad virtual es su meta, la realidad real —si se me permite la redundancia— no sucede en nuestro país.

Si en verdad Venezuela tuviera una serie de manifestaciones de grandes proporciones, no serían estas zonas ni mínimamente las más afectadas. La mayoría de la población metropolitana no se encuentra en esos sitios, sino en zonas de clase media o baja, tales como Catia, 23 de Enero, El Silencio o Petare, y hacia el interior del país hacia Guarenas o Guatire, Maracay, Valencia, entre otros. De suceder algún tipo de manifestaciones en estas zonas si fuese un hecho de tomar en cuenta, ya que en estas se encuentra la mayoría de la población urbana.

Es una verdadera pena que lo que ha pasado hoy en Venezuela se perciba por los medios privados opositores, nacionales e internacionales, como un golpe a la Constitución Nacional y a la institucionalidad, cuando en realidad es todo lo contrario, es el triunfo de la participación del ciudadano común en cuanto a la aprobación o reprobación de las gestiones de su dirigencia política. En Venezuela no estamos al margen de las leyes, no estamos fuera de la Constitución Nacional, si no que lo digan los observadores internacionales que se encuentran en el país —el centro Carter y una representación de la Organización de Estados Americanos— a pesar de lo que plasman las radios, televisoras y periódicos privados venezolanos y que lo emiten hacia el mundo como si su verdad fuera la realidad venezolana actual.

Percibiendo estos hechos hoy, me pregunto cuándo será que los grupos de oposición venezolanos tomarán seriedad en sus acciones.

Quiero señalar que la oposición es una parte fundamental del sistema democrático, para evitar el manejo autoritario de las riendas de un país, y que de hecho, es necesaria. Pero en Venezuela hoy la oposición tiene una sola meta política: llegar al poder como sea, sin ningún proyecto político alternativo frente al que puso en marcha el Presidente Chávez desde su llegada al Palacio de Miraflores. Es por esta razón que la figura de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) ha sido tomada por la oposición para utilizarlas políticamente, ya que saben que la figura del partido político sería rechazada por la mayoría de la población que conoce sus antecedentes políticos. La más representativa de estas ONG es la que han llamado Súmate, que fue la que hizo el trabajo de contabilizar, analizar y hasta abultar los datos de las firmas recogidas por la oposición para activar el referéndum revocatorio contra el Presidente, que hasta hoy, a pesar de marchas, contramarchas, quema de cauchos, y permanentes mensajes vulgares contra el Presidente por estos medios, no ha pasado nada por carecer de apoyo popular.

Ha sido una constante que los medios de comunicación privados venezolanos y algunos extranjeros han actuado y siguen actuando como arma política de la oposición venezolana. Fue vergonzosa la actuación de éstos durante el desarrollo del golpe de Estado que se produjo entre el 11 y el 13 de abril de 2002, cuando en principio lo alentaron, y cuando se produjo la reacción de las mayorías que produjeron la vuelta del Presidente de las fauces de sus captores, se autocensuraron. No emitían las acciones que se producían en las calles de Venezuela, que al final tuvieron que aceptar y emitir la avalancha de la verdad que se les vino encima.

Y hoy se repite esta historia y no porque la historia se repita inexplicáblemente a sí misma, como creen algunos historiadores, sino porque la ambición de poder de los líderes opositores los lleva a aplicar la misma táctica una y otra vez: el ataque permanente contra el Presidente y sus simpatizantes, contra el régimen democrático que impera en Venezuela desde 1958, trágicamente interrumpido entre los días 11 y 13 de abril de 2002, en los fatídicos días del ascenso al poder de una clase política que mostró lo peor de sus intenciones políticas: recurriendo al golpe y el asesinato de dirigentes y simpatizantes del Presidente Chávez, el asedio a la Embajada de Cuba por cinco días, con corte de luz y agua y daños a los vehículos estacionados en su frente y el cierre de los canales y radios del Estado venezolano sin que uno sólo de estos canales que ahora proclaman la dictadura chavista se hicieran eco de la realidad del momento.

No parece que exista la intención comunicacional de la búsqueda del bien nacional, sino de intereses particulares aunque esto signifique el daño psicológico de la mayoría de la población que recibe y acepta este tipo de información sesgada de los sesgados medios de comunicación privados.


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