Trepalium nuestro de cada día

Parece ser que la palabra «trabajo» deriva de la latina trepalium, que era un tipo de tortura que consistía en trepanar, es decir horadar el cráneo u otro hueso con un trépano.

Tal ha sido la afición humana por el sufrimiento durante siglos (quizás por la ausencia total de espectáculos que asegurarán la dosis diaria de morbo hasta la llegada de la televisión y el cine) que está profundamente arraigado, tanto en nuestra cultura judeo-cristiana, como en todas las demás, un sentimiento de absoluto culto al trabajo, identificado siempre con un sufrimiento purificador y necesario, una edificante redención… ¿pero de qué demonios? ¿Pero no nos reíamos del uso actual del cilicio?

A pesar de que a todos nos gustaría ganarnos el premio gordo en la lotería, está mal visto socialmente y nos da vergüenza reconocer en serio y en voz alta, que en realidad no nos gusta trabajar y que nos gustaría no tener que hacerlo jamás.

A estas alturas, ¿hay alguien que piense que es necesario sacrificarse de por vida en un horario miserable y con un sueldo miserable para estar orgulloso de uno mismo? Yo soy de los que piensan que el trabajo, lejos de auto realizarnos y otras estupideces por el estilo, aliena. Lo que es verdaderamente es edificante, y lo ha sido siempre, es el uso creativo del tiempo libre, la aplicación de los verdaderos gustos, aficiones e intereses.

Es curioso que al ocio, para convertirlo en negocio haya que añadirle el feo prefijo neg. ¿Por qué neg? ¿Por qué tortura? Puestos a jugar con las palabras, hágase notar que si añadimos la inquietante palabra política a la palabra tan bella madre, la convertimos en madre política, o sea, en suegra, pero esto hoy no viene al caso.

Otra cosa es que haya que conseguir un medio de vida que nos permita encajar en este mercantilismo depredador, que no es otra cosa que la sofisticación humana de la implacable Ley de la Naturaleza.

Ésta rige a absolutamente todas las especies animales y vegetales: el que no es competitivo y camina renqueando, sabe que no morirá de viejo y que será pasto de otra especie más fuerte. El castor joven y vigoroso morirá cuando ya no sea capaz de construir represas. Alguien habrá que dé cuenta de él.

Pero al grano, que estoy desvariando. El mayor de los retos es ser feliz y vivir en armonía; y si para eso hay que trabajar, ¡pues venga!


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