Todos nos Llamamos Alí (Lmrabet)

Desde diciembre Alí Lmrabet vuelve a ser un hombre libre, por lo menos de momento (Lmrabet, al salir, le pidió al director que le guardara una celda, porque tenía intención de reincidir). El periodista marroquí ha sido indultado por el rey Mohamed VI tras ocho meses de estancia en la prisión de Salé, condenado a tres años por delitos relacionados con la libertad de expresión. Parece que ha ganado la cabezonería de Lmrabet, que ya lleva dos huelgas de hambre, y las activas campañas por su liberación que se han llevado a cabo en los medios de comunicación de otros países, especialmente en Francia y en España.

Probablemente, que Lmrabet sea el representante en Marruecos de la ONG Periodistas Sin Fronteras y mantuviera estrechos contactos con los ambientes periodísticos de París (donde cursó sus estudios universitarios) y Barcelona (donde vive y trabaja su novia, funcionaria de la Universidad Autónoma) haya ayudado a dar proyección internacional a su caso.

Los motivos de la condena fueron, en primer lugar, la publicación de una escueta noticia en el semanario satírico en francés «Demain Magazine» y en su hermano en árabe «Doumane», ambos dirigidos por Lmrabet, donde se informaba sobre la posibilidad de que el palacio real de Sjirat, situado a 20 Km. al Sur de Rabat, estuviera en venta. Era una broma que ironizaba sobre los problemas económicos de la Corona, que le valió a la revista y a su director una condena por «publicar informaciones susceptibles de alterar el orden público». Pero el fiscal pedía condena por blasfemia, y lo justificó exhibiendo ante el tribunal un gran pedrusco, supuestamente procedente del palacio en cuestión. Su argumento: una piedra con la que se construye una mezquita o un palacio real se convierte automáticamente en un objeto sagrado. Así que Demain Magazine/Doumane bautizó el juicio como «el juicio de la piedra sagrada».

En principio, a Lmrabet le cayeron cuatro meses de prisión y 30.000 dirhams (unos 3.000 euros, alrededor de 3.500 US$) de multa, pero el ministerio fiscal recurrió la sentencia, por considerar la condena insuficiente. Como quiera que Demain/Doumane había publicado también unas caricaturas del rey Mohamed VI hechas por Lmrabet, éste se vio condenado por «ultraje al rey y ofensa a la Monarquía y a la integridad territorial de Marruecos», con la condena de cuatro años de prisión, posteriormente reducidos a tres en el juicio de apelación, y el cierre de las dos revistas.

Los semanarios también habían publicado un artículo sobre el presupuesto de la Casa Real y la entrevista a un antiguo disidente republicano marroquí que antes había publicado un diario español, y en algo ayudaron a la condena, como también ayudaron posteriores y bastante más peregrinas acusaciones a Lmrabet de ser el asesino de su propia madre, violador, traficante, antisemita y agente del Mossad (ser estas dos cosas simultáneamente tiene su mérito) o agente del servicio secreto de España (¿será por tener una novia española?).

Pero todo el mundo tiene muy claro, desde el ministerio fiscal marroquí hasta el propio Lmrabet, que las caricaturas han sido la piedra de toque del caso: es cosa sabida que un escueto dibujo humorístico publicado en prensa tiene efectos mucho más demoledores que cualquier sesudo y documentado reportaje a dos páginas. Que se lo digan, si no, a Michael Ramírez, caricaturista del Los Angeles Times, que, tal como cuenta un artículo publicado por Gordon Milcham en El Nuevo Cojo Ilustrado (Es Oficial: Bush ha Perdido la Cabeza), se vio sometido a una investigación por parte del servicio secreto estadounidense por publicar una caricatura de George Bush.

Alí Lmrabet, ese cabezota que nada más salir de prisión ya se ha puesto a buscar financiación para lanzar una nueva revista desde la cual criticar el sistema político de su país, es un tipo de héroe de la libertad de expresión que ya sólo florece en los países del llamado Tercer Mundo. Y no porque en los países del llamado Primer Mundo nuestros niveles de libertad de expresión hagan imposible el hecho: sirva de muestra para demostrar lo contrario el ya mencionado caso del caricaturista del Los Angeles Times; sino porque este tipo de censura directa aquí ha dejado de ser necesaria: los días de la prensa combativa ya pasaron.

Hoy en día los periodistas son simples asalariados, no siempre bien pagados, al servicio de medios que pertenecen a grandes conglomerados empresariales con intereses económicos en muy diversos sectores, y que los utilizan sobre todo como canal publicitario de sus otros productos y herramientas en sus estrategias globales de mercado. Importa más informar del estreno de la película que ha producido la productora del trust que sacar los trapos sucios de un gobierno que, total, ya nos debe obediencia, porque los destinos de las naciones no se moldean en los consejos de ministros, sino en los consejos de administración. Y, ¿para qué censurar a la prensa, si también nos pertenece? Basta con marcarles los criterios empresariales a cumplir.

Dentro de este nuevo panorama la prensa ya no es el cuarto poder, sino el cuarto brazo del poder. Porque ya sólo existe un poder, el económico; el de Bush, por ejemplo, no emana de la presidencia de los Estados Unidos, sino del cártel texano del petróleo que lo puso en ella. Por eso resulta refrescante -a mí me lo resulta- ver cómo aún en algunos sitios, como en Marruecos, aún existe un tipo de prensa aún sin vasallajes macroeconómicos y por tanto, aún, poder independiente en sí misma, dedicada a sacar a la luz pública las vergüenzas y los trapos sucios de los otros poderes. Y asimismo resulta refrescante -asimismo a mí me lo resulta- la tozudez de Alí Lmrabet por seguir cavando en esa trinchera. Buena suerte, cabezota.

Enlaces de Interés

1. Alí Lmrabet se querella en Francia contra el Ministro de Comunicación de Marruecos, por difamación

2. Comite de Apoyo a Ali Lmrabet

3. Reporteros sin Fronteras pide al rey Mohammed VI la liberación de Alí Lmrabet

4. Amnistía Internacional acoge con satisfacción el indulto concedido a Lmrabet y a otras víctimas de violaciones de derechos humanos en Marruecos


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