Reporte desde el continente negro

Ahora ya sabemos que es de la vida de Henry StephenLos empleados del Centro Internacional de Convenciones de Durban comienzan a recoger todo, a cambiar las estructuras del complejo preparando todo para el acto final en donde entre otros hablará Gilberto Gil, hoy Ministro de la Cultura de Brasil. Al parecer también estará Harrison Ford, quien es la «imagen» de una corporación transnacional dedicada a la conservación de la naturaleza. Si, la globalización también existe en las organizaciones benéficas. Pero eso es parte del show de una convención que tiene muchísima más importancia política de lo que me imaginé antes de venir, que ya era bastante.

Hace una semana en la inauguración hablaron el Presidente de Sudáfrica, el Ministro de Turismo y el del Ambiente, la Reina de Jordania, el Ministro del Ambiente de China, el Presidente de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el Comisionado de Ambiente del Banco Mundial (quien leyó un mensaje del Presidente), un delegado de la Comisión de Ambiente de la ONU (quien leyó el mensaje de Koffi Anan), y para cerrar con broche de oro, Nelson Mandela.

Creo que necesitaría otro artículo aparte para narrarles la sensación que me produjo ver a una de las pocas personas vivas que han cambiado al mundo en la dirección correcta. Además, no siempre se escucha a un hombre de 80 años hablar de los planes para el futuro. Lloré varias veces al escuchar de sus labios viejos, frases nuevas y cargadas del poder de un joven. Me emocionó mucho haber reconocido esas mismas frases en la boca de cualquier amigo mio. Al final, lo que uno termina admirando de personajes como Mandela es su consistencia y constancia en defender esas ideas. Definitivamente es el Premio Nóbel quien tiene el honor de haberlo laureado.

Pero eso fue apenas el principio, luego vino la rumba inaugural, donde vi de nuevo a algunos viejos amigos que conocen a otros y te los presentan y estos conocen a otros que te conocen o que tú conoces, y así vas bebiendo vino y comiendo al son de la música africana en vivo «Made in Africa»; pero eso es otra cosa.

Ha pasado una semana y la sensación en el ambiente es que el Congreso Mundial de Parques Nacionales está por terminar. Tengo que decir que el CMP ha sido provechoso en todos los sentidos. En lo más personal me ha tocado el corazón varias veces; me ha hecho sentir alegría, tristezas, frustraciones, rabias, pero también me ha hecho sentir esperanzas, me ha hecho sonreír. El balance es bueno. He aprendido muchísimo de las experiencias de los demás, me he dado —cuenta una vez más— de que en Venezuela podríamos estar en el camino correcto sin darnos cuenta. He tenido demasiadas reuniones de trabajo, cenas y almuerzos de «negocios», me he comprometido y he comprometido a otros con mis ideas. Hablé en público de Bioparques. He conspirado, si se puede llamar conspiración a esto. He leído mucho y pensado igual. En ocasiones, he tenido la sensación de ver de reojo las hábiles manos del titiritero que mueve los hilos del mundo. Ya lo he sentido antes, pero acá he sentido que él también me ve.

El Acuerdo de Durban, que es el documento final producto de la cumbre, es una contribución de los asistentes liderados por la UICN. En teoría alberga la opinión de los que estamos comprometidos con una visión diferente del mundo respecto al uso de los recursos naturales y la conservación de los ecosistemas. La intención es hacer lobby con los organismos de gobernabilidad internacional como la ONU, OEA, etc. ylos actores económicos importantes; FMI, Banco Mundial, etc., para colocar la imperiosa necesidad de conservar ecosistemas intactos, dentro de las agendas, tratados económicos y acuerdos internacionales relacionados con la reducción de la pobreza, la distribución de alimentos y el comercio internacional. En cierto modo ya eso está hecho, pero es evidente que hace falta mucho cabildeo para comprometer más a las instituciones. Por supuesto que cuando se discuten temas de política internacional uno siente como si en los oídos comenzaran a susurrarle a uno ese golpe sabroso que se llama el diablo suelto. Y es que los intereses que se manejan son muchos, y el dinero, aunque parezca bastante, es poco y escaso.

Hubiera querido que la discusión del Acuerdo hubiera sido más democrática, más como un acuerdo. El CMP es sin exagerar, el evento de mayor envergadura en el que haya estado alguna vez en mi vida, dudo que haya algo más grande dedicado a la conservación. Unas 2500 personas de todas las culturas y regiones del mundo adornan con sus trajes, peinados y colores de piel, un Centro de Convenciones igualmente grande. Aunque no existe nada como el CIC en Venezuela, podría decir que es una combinación del Poliedro con el Big Low Center y el Sambil, todo eso junto pero bonito, de buen gusto y lleno de fotografías, tapices y obras de arte relacionadas con la reconstrucción del país luego del apartheid. Debe ocupar un área igual al Parque Los Caobos.

Volviendo a la gente, la variedadfue tremenda. Hubo tres idiomas oficiales para el congreso y un servicio de traducciones simultáneas que se quedó corto, por eso los indígenas de diferentes regiones del mundo trajeron sus propios traductores. Hace un par de días un guerrero Masai le preguntó a Viviana, mi companera de viaje, si ella cargaba flechas en el porta planos de nuestros afiches. Ella dijo que «no» con naturalidad, y él se cagó de la risa porque lo hacía a propósito. Vestía su traje de guerrero: rojo intenso, adornado con decenas de collares, palillos cruzándole varias partes de la cara, descalzo y medía como dos metros. Así como él hay indígenas de toda áfrica, América y Asia y gente no indígena de todos los continentes.

Durban es una ciudad de playa que por un costadoes golpeada furiosamente porel Océano Indico. Durante la época del apartheid, Durban era un lugar de recreación y turismo playero que recibía millares de personas de todo el mundo, con grandes hoteles y servicios, pero sobre todo sin negros. Hoy no es así, hay negros por todas partes (incluso en la televisión) y se ven muchos edificios y viejos de hoteles cerrados, aunque la ciudad sigue siendo altamente visitada. El Centro de Convenciones lo inauguró Mandela, y al parecer desde entonces Durban se convirtió en la ciudad de las convenciones de Sudáfrica.

A pesar de todo, o quizás por ello, Durban se ha convertido en una ciudad muy peligrosa, en la más peligrosa que yo conozca. Alrededor de mi hotel, que no es nada barato, hay decenas de burdeles y tiendas de pornografía y sexo en vivo. Cada veinte metros hay algo más feo que lo anterior, las propagandas en los postes anuncias viagras locales, pastillas retardadoras milagrosas , sustancias hipnóticas para engañar mujeres, etc. Los burdeles no me asombran tanto tratándose de una ciudad que creció alrededor de un puerto, pero los atracos son otra cosa.

Mientras escribo esto, veo en las noticias que acaban de atrapar al asesino de unas 37 mujeres en los alrededores de la ciudad. Ayer vimos un muerto al salir del hotel y varios amigos nos han contado que una noche vieron cómo lanzaban un cuerpo, desde el piso 10 de un edificio en frente de nuestro hotel, y luego lo recogía un carro en la calle. Por eso no he salido a caminar por la calle, la ciudad es muy fotogénica, pero ya han robado a punta de cuchillo a unos 200 participantes del congreso. Quizás también por eso la playa está vacía a pesar de que es linda. Pero ayer un tiburón se comió a un surfista y probablemente esa sea otra razón importante.

Durban tampoco es una ciudad barata. Me costó bastante enviar este reporte, por que la conexión a Internet cuesta US$30la hora. Conseguí una más barata cerca de mi hotel, al lado de un prostíbulo. Si no escribo de nuevo en un mes ya pueden imaginarse qué pasó.


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