¿Quién es más macho?

Por lo general la homosexualidad es negada desde que se descubre hasta la muerte. Y por una razón bastante lógica: la diferencia con el canon cultural provoca usualmente rechazo, violencia y crítica. Pero, qué pensarían si supieran que según las estadísticas alrededor del 15% de la población es lesbiana, gay, bisexual y transgénero… ¿Es sostenible el argumento de la sexualidad como anormalidad ante estas cifras?

Cuando tuvimos la idea de dedicar esta edición de El Nuevo Cojo Ilustrado a la Comunidad GLBT, compartimos nuestras impresiones con miembros de nuestras familias, compañeros de trabajo y amigos cercanos. Las respuestas fueron más o menos las mismas: ¿Por qué? ¿Eres gay? ¿Quién va a leer El Nuevo Cojo si haces eso? Pertenecer o fraternizar con la comunidad gay definitivamente no es muy buena idea, de acuerdo con ellos.

Pero pensando apenas un momento, nos pusimos en los zapatos de cualquiera de los miembros de esta comunidad y nos dimos cuenta de que estos comentarios no sólo son injustificados e injustos, sino también aprendidos.

En todo el mundo, y especialmente en el que llaman subdesarrollado, ser gay implica ser considerado inferior y digno de rechazo. Si cualquiera de los miembros de esta revista se declarara súbitamente homosexual, bisexual o transgénero, las relaciones con su familia no serían las mismas, así como sus amistades, etc. Y esta persona probablemente se preguntaría ¿es que acaso hay algo malo dentro de mí? ¿Por qué soy diferente? ¿Es verdad que es una enfermedad?

Irónicamente, es más fácil ser aceptado socialmente si uno es un político corrupto con millones en el banco que estaban destinados a obras sociales, que si uno es un miembro de la comunidad GLBT, trabajador, estudioso y respetuoso de las leyes.

Definitivamente el que estaría –y está- mal no es uno, sino la sociedad. Pero las cosas están cambiando gracias a la actitud de esta comunidad.

Hace menos de cien años las personas de color eran ahorcadas en el árbol más cercano en el sur de los Estados Unidos. Esto aun sucedería sino fuera porque abrieron la boca y se quejaron. “El que no llora no mama”, dice el dicho, y nada puede ser más cierto con respecto a la comunidad gay hoy en día. Para bien de todos.

Salir del closet es posiblemente una de las cosas más difíciles que existe.

Es exponerse a un tabú social. Muchos artistas mueren sin revelarlo por el simple hecho de que sus carreras desaparecerían; los políticos serían presionados a dejar sus cargos; por no mencionar a personas en cargos de mayor presencia pública como los educadores.

¿Pero de cuál otra forma se puede luchar sin salir al frente? Es ridículamente más fácil salir de machote en un tanque a matar seres humanos, que sentarse en un sofá con los sobrinos a explicarles que el tío Carlos es homosexual.

En una reciente marcha del orgullo gay en la ciudad de Nueva York un viejo puertorriqueño observaba con ojos del tamaño de dos guanábanas a la representación boricua, marchar con los colores en alto y vestidos como mejor les vino en gana. -¡Estos si tienen bolas de verdad!-, comentó entre asombro y burla. A pesar de que no fue su intención, el viejo tiene razón, los que marchaban ese día sí tenían bolas de verdad.

Los tiempos están cambiando y esta actitud es la que está moviendo al mundo en este momento. ¿Cuántas personas saldrían a la calle a marchar, a compartir su idiosincrasia sin sentirse ridículas?

La Comunidad tiene más valor que la mayoría de los gobiernos del mundo. Y esto llevará a que los mitos desaparezcan y que los llamados a la inclusión y la diversidad, dejen de ser sacos de arroz para Biafra o un porcentaje obligatorio en la nómina de empleados de las empresas.

Nuestra intención no es ser solidarios, ni darles “un espacio especial” en esta publicación. Todo lo que existe en la naturaleza es normal –ya que existe- y tiene su razón de ser. Que no lo comprendamos siempre sólo indica lo mucho que nos falta por aprender; a todos.


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