O conmigo o contra mí y otras falacias democráticas

Primero que nada, y para todos aquellos que participan hoy en las elecciones de EE.UU., VOTE AGAINST BUSH! Thank you.

Desde hace un par de meses hemos estado leyendo cuidadosamente todos los e-mails que han enviado nuestros lectores. Y de todas las cosas que pudimos aislar, la imagen del Nuevo Cojo como una publicación de izquierda o antinorteamericana fue la que desde el principio resaltó sobre todas las demás, tanto para tratar de halagarnos como ofendernos.

¿Las razones? Nuestra constante crítica al gobierno de George Bush, la simpatía de algunos de nuestros colaboradores con el gobierno venezolano y sobre todo nuestra creencia de que la guerra en Irak es un error que debe ser enmendado ya. Todo esto mezclado con lo que uno de los e-mails que recibimos describió como “la manera incorrecta de decir las cosas”.

Bueno, sobre esto nos gustaría aclarar un par de cosillas, y empecemos de “atrás pa’ lante” con lo de la manera de decir las cosas.

En el mundo existen dos formas de decir las cosas. Con honestidad y con diplomacia. La diplomacia es para los que pretendan tener un dialogo y llegar a un acuerdo, y nosotros no estamos aquí para dialogar con nadie. El Nuevo Cojo no pretende imponer su opinión, solo expresarla, y definitivamente no queremos llegar a acuerdos con nadie acerca de lo que creemos o podemos decir.

La prensa, tal como está hoy en día, ya está saturada de periodistas dándole vueltas a la laguna. Individuos que de alguna manera son culpables de todo lo que pasa en el mundo por no tener los cojones de decir las cosas tal y como ocurren, y que prefieren intelectualizar, adornar o simplemente complacer a los lectores.

Esto no tuviera nada de malo si estuvieran escribiendo comerciales para AS SEEN ON TV. Perfecto, si consiguen algún imbecil que crea lo que están vendiendo, bien. Parafraseando a Barnum, cada día nace un idiota y si lo agarras te puedes quedar con él. Esto no es dañino para nadie. Pero los periodistas del planeta no están vendiendo peladores de papa por televisión. Están, o deberían estar, informando a sus lectores. Un pueblo es solo tan bueno como lo es su prensa, porque la información que esta disemina define la manera en que este ve lo que sucede a su alrededor. No solo con respecto a una noticia en particular, sino en todo lo que hagan durante sus vidas.

Por eso en los países latinoamericanos hay tanta hipocresía e ignorancia. Pocos periodistas o periódicos dan un buen ejemplo sobre la forma en que hay que conducirse en sociedad, especialmente en aquellas en las que supuestamente se vive en democracia.

Todos los días en la prensa latinoamericana, ser hipócrita se vende como algo bueno, o al menos aceptable. Todos los días nos enseñan que no decir algo no significa mentir. Todos los días nos enseñan que no importa cuan hijo de puta seas, no lo eres tanto si nunca pronuncias estas palabras en público o vas a la iglesia los domingos. Según la prensa latinoamericana, una persona educada es aquella que se viste bien, se baña todos los días y no dice groserías, lo cual es la razón por la que nuestros pueblos siempre han estado gobernados por poco menos que salvajes. Lamentablemente como dice el dicho, la mona aunque se vista de seda, mona se queda.

Todos estas “enseñanzas” son una gran mentira. No decir algo equivale a encubrir, ser cómplice y mentir. Lo mismo con lo de adornar noticias, darle prioridad a unas y a otras no, o manipular la información para diseminar lo que se quiere y no lo que en realidad sucedió. Todo esto, mezclado con la idea de que la forma lo es todo y no el contenido, es lo que nos ha convertido en poco más que productores de materia prima para un mundo que ha sabido manejarse mejor.

Por eso muchos de nuestros lectores han expresado sentirse ofendidos de leer groserías o “malas palabras” en nuestras páginas. ¿Quiénes son estas personas? ¿De verdad nunca dicen groserías? Y si las dicen, que tiene de malo leerlas. Sin pretender compararnos; ¿Han leído alguna vez a García Marquez? ¿Vargas Llosa? Eso es hipocresía. Las llamadas groserías son cosas que utilizamos todos los días, todas las personas. Solo son palabras. Que en algunos círculos se considere a alguien mejor por no pronunciarlas, aceptado. Cada quien tiene derecho a autocensurarse cuanto quiera. Pero esto no nos prohíbe de hacerlo si queremos. Especialmente cuando no hay otra forma de describir a algún degenerado que muy posiblemente se haya robado algo que te pertenecía a ti.

En cualquier caso, usted tiene todo el derecho de no leernos y ya. Y solo por curiosidad: arránquense una uña con la puerta de un carro o recuerden a aquel caballero que alguna vez los asaltó a punta de pistola y vean la primera palabra que les viene a la mente. La mano derecha a que no es “recorcholis”.

Así que cuando lean cosas en El Nuevo Cojo Ilustrado que describen en detalle la personalidad de una u otra persona, utilizando calificativos usualmente reservados para nuestras conversaciones privadas, no se alarmen. No queremos ofenderlo a usted o a su delicado gusto. Lo único que pretendemos, es que si esa persona llega a leer nuestras palabras sepa que no ha logrado engañar a todo mundo y que hay alguien allá afuera que sabe sus secretos y está dispuesto a diseminarlos. Dios bendiga la libertad de expresión.

Lo cual nos lleva a otro asunto, que es el de nuestro supuesto antiamericanismo.

Una gran parte de nuestros colaboradores vive en los Estados Unidos, y no porque nacieron allí, sino por que así lo eligieron. Decepcionados de sus países, no se mudaron a Alemania. Ni a Cuba. Ni a Yugoslavia. Se mudaron a Florida, Nueva York o California porque creyeron que ese era el mejor país del mundo, según sus estándares, para vivir y ver crecer sus familias.

Y aunque no todos compartimos las mismas ideologías o partidos, tenemos algo en común, un concepto más o menos claro de lo que significa vivir en democracia, y de que no todo lo que brilla es oro.

Los Estados Unidos de América, comparado con muchos otros países, incluyendo a todos en Latinoamérica, es alguna clase milagro. Los servicios públicos funcionan, si se necesita un edificio se busca la manera de construirlo, siempre hay agua en el grifo y dentro de ciertos parámetros lo último que se espera al salir a la calle todos los días, es no regresar. Por Dios santo, ¡el correo funciona como si la vida del Papa dependiera de ello!

Pero estos solo son detalles. Desde que existen como pueblo, los norteamericanos han dedicado su tiempo como ninguna otra civilización antes de ellos al avance científico y social de la humanidad. ¿Por dinero? Tal vez, pero igual nos han mostrado lo que hay más allá del sistema solar, le han tomado fotos, han enviado aparatos al fondo del mar, visto dentro de nuestras células, curado enfermedades, nos han entretenido con música y películas, han roto barreras sociales y raciales y en dos ocasiones nos salvaron del fascismo en el siglo XX. ¿Puede tu país natal decir algo similar? Exactamente.

Los Estados Unidos, nos guste o no, es un ejemplo como país, al que le debemos más de lo que muchos son capaces de aceptar. Porque con todos los problemas que tiene, y tiene bastantes, hay algo que definitivamente está haciendo bien. Si no, no fueran lo que son.

Sin embargo existe un gran problema en los Estados Unidos, y el mismo se llama Washington D.C.

Así como el pueblo norteamericano es un excelente ejemplo a seguir, su gobierno es menos que aceptable y últimamente ha estando dando muestras de tendencias fascistas que hay que hacer públicas ahora o no quejarse después cuando las cosas se pongan peores.

Para los que no han seguido de cerca los acontecimientos desde que la tolda republicana se robó las elecciones en 2000, el país del norte está sufriendo una regresión a la era de Joseph McCarthy, cuando con la excusa de eliminar la “amenaza” del comunismo se pretendió aplastar cuanto derecho civil había en nombre de la seguridad nacional.

Ahora el comunismo no es ninguna amenaza. China es el aliado comercial No. 1 de Washington, y hasta Vietnam es uno de sus querubines sagrados en Asia. Todo era una farsa. Por lo que la administración de George Bush ahora está utilizando un nuevo “coco”; los grupos extremistas islámicos, para desintegrar lo que por dos siglos ha sido el orgullo de Norteamérica: la libertad de expresión y pensamiento.

A nivel regional sin embargo; las cosas no han cambiado mucho. En Latinoamérica el terrorismo no es problema, por lo que se sigue utilizando a McCarthy como bandera. En nuestro caso, en Latinoamérica, cualquier cosa que suene a Cuba, Che o independencia debe ser exterminada por izquierdista. Y lo que sea que están haciendo para mantener vivas estas ideas retrogradas están funcionando. Al mes recibimos al menos 10 e-mails recordándonos la madre por ser de izquierda. No lo somos. Solo estamos ejerciendo nuestro derecho democrático a la libertad de expresión, que de una forma u otra resulta estar en contraposición con la administración que gobierna a los Estados Unidos en este momento.

Y nosotros no somos los únicos sufriendo las consecuencias de esta propaganda. Para los que tuvieron la oportunidad de ver el último debate entre John Kerry y George Bush, este último llamó a Kerry izquierdista simplemente porque el mismo no cree en las ideas de ultra derecha del actual presidente norteamericano. ¿Es Kerry izquierdista? No, definitivamente es liberal, como nos consideramos nosotros mismo, pero hay un largo trecho entre John Kerry y Fidel Castro o entre nosotros y el Gramma.

Ahí se pudo ver claramente como Washington trata de usar al fantasma de la izquierda como arma política. El mensaje: no voten porque Kerry porque es de izquierda. Lo cual dice mucho de la ideología de George Bush. Asumiendo que Kerry fuera un izquierdista: ¿acaso no es la democracia un foro donde se respetan las ideas políticas de los demás? No en la democracia a la americana.

Una de las falacias que ha pretendido instaurar Washington para perpetuarse en el poder es que la diversidad ideológica es algo negativo. Que la única manera de mantener al mundo en paz y funcionando es través de un mono sistema liderizado, por supuesto, por ellos. Y esto es una equivocación.

La propagación de ideas como estas, sin embargo, han traído como consecuencia que cualquier cosa que no huela John Wayne sea de izquierda, y como tal es censurable. Pero la realidad es que uno no es un izquierdista por considerar que el embargo a Cuba, por ejemplo, es un error. ¿Nos iríamos nosotros a vivir a Cuba? Jamás. Pero eso no nos da derecho de pretender imponer mis puntos de vista a través de un asedio.

Lo cual nos trae de nuevo a casa, porque si Washington es capaz de imponer políticas antidemocráticas en otros países, cuan difícil va a ser imponerlas dentro de las fronteras norteamericanas cuando así les parezca conveniente.

Y para muestra un botón: el caso de la red de noticias Al Jazeera.

Preguntas: ¿Debemos creer a ciegas lo que dice Al Jazeera? ¿Dice Al Jazeera la verdad? ¿Está Al Jazeera a favor de los revolucionarios iraquíes?

Respuesta: Nada de esto es relevante sin importar cual sea la respuesta. ¿Por qué? Porque supuestamente vivimos en democracia. Un sistema de gobierno que occidente está tratando de exportar al Medio Oriente y cuya principal característica es que si no nos gusta lo que alguien dice tenemos el derecho de cambiar de canal. No, como recientemente vimos, de cerrar el canal, por que el mismo no aceptó ser censurado por la administración títere en Irak.

Aquí en el Cojo ¿nos gusta Al Jazeera? La mayoría de nosotros jamás ha visto el canal. Pero su cierre es un acto que debemos condenar como hipócrita y que no debe dejar pasarse, para no crear un precedente que en el futuro pueda afectarnos a todos. ¿Que pasará si dentro de diez años queremos poner nuestra propia estación de televisión y transmitir las noticias como realmente creemos que sucedieron? ¿Nos van a cerrar también?

Mientras tanto Donald Rumsfeld acaba de inaugurar un nuevo canal por satélite en Irak, BushTV, como la llaman los iraquíes, que trasmite “las verdaderas noticias de lo que está sucediendo”. ¿Como puede alguien que ha hecho algo tan despótico como esto después hablar acerca de la libertad en Cuba o cualquier otra parte?

¿Somos izquierdistas por considerar inaceptables este tipo de cosas? Bueno, todo lo que digáis lo somos, en realidad la respuesta dirá más de cada uno de ustedes mismos que de nosotros.


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