En 1956, el geofísico Marion King Hubbert hizo reír a más de uno cuando en una reunión del Instituto Americano del Petróleo, afirmó que el pico de la producción petrolera en los EE.UU. llegaría a principios de los años setenta. Y había motivos para el escepticismo: entonces los EE.UU. producía la mitad del petróleo del planeta y en la década después del discurso de Hubbert, se descubrieron más pozos petroleros en el mundo que en ninguna otra época antes o después.
Y había motivos para el escepticismo: entonces los EE.UU. producía la mitad del petróleo del planeta y en la década después del discurso de Hubbert, se descubrieron más pozos petroleros en el mundo que en ninguna otra época antes o después. Pero todo cambiaría cuando la crisis energética de los años setenta hizo realidad su predicción con notable exactitud. Efectivamente, alrededor de 1970 la producción petrolera de los EE.UU. alcanzó un pico y ha estado en descenso hasta hoy en día, cuando importa alrededor del 65% del petróleo que consume.
Esta hipótesis fue el catalizador de toda una escuela según la cual, de no hacer algo pronto, podríamos estar a las puertas de una catástrofe sin precedentes: a nivel global, Hubbert previó un pico en la producción mundial de petróleo alrededor de 1995. Los expertos afirman que este evento fue demorado entre 10 y 15 años por los conflictos de la década de los setentas, lo que significa que si en el año 2010 se cumpliera este pico, dos décadas más tarde la producción sería más o menos la de 1989, pero con una población dos veces más grande, lo que podría resultar en una incontrolable alza en los precios y posiblemente en guerras por el control de recursos naturales. Si alguien aún se pregunta el por qué de la guerra en Irak, o el interés de China en Venezuela, puede encontrar un par de buenas razones en los estudios de Hubbert.
DEPENDENCIA TOTAL
A pesar de ser un tema frecuente en los medios, el problema no es que el petróleo se esté acabando. Como afirmó el ex ministro de energía árabe Ahmed Zaki Yamani: «La edad de piedra no se acabó por falta de piedras, y la edad del petróleo se acabará bastante antes que el petróleo se acabe en el mundo». El problema es que el mundo está creciendo, y los requerimientos de energía no auguran una transición lenta y gradual como la que sucedió en el paso del carbón al petróleo, con gran parte del planeta convencido no sólo de que las reservas petroleras son interminables, sino también de que una eventual crisis no los afectaría directamente. Creencia especialmente arraigada en los países productores.
Sólo en Canadá, cualquier alimento viaja alrededor de 10,000 Km. desde que es producido hasta que es consumido. En los EEUU, esta distancia es de alrededor de 3000 Km. Estos alimentos a su vez son producidos en plantas que funcionan a base de petróleo, con maquinarias hechas de plásticos y metales petrodependientes. Richard J. Barnet en su libro The Lean Years: Politics of Scarcity escribió que producir una tonelada de cobre requiere de 17.8 barriles de petróleo y una de aluminio 20 veces más. Toda la industria eléctrica del mundo depende de estos dos metales, y de hecho, hasta las alternativas del petróleo son de alguna manera dependientes de él. Matt Savinar, experto que mantiene el website http://www.lifeaftertheoilcrash.net, afirma que hasta la energía nuclear necesita de petróleo ya que «requiere uranio, el cual es descubierto, extraído y transportado utilizando maquinaria movilizada con petróleo.»
En 1798, Robert Malthus predijo que el crecimiento de la población eventualmente colapsaría la producción mundial de alimentos, ya que mientras la producción de alimentos crecía de forma aritmética (1, 2, 3, 4…), la población mundial lo hacía de forma geométrica (2, 4, 6, 8…). El pesimismo de Malthus, por supuesto, no contaba con la astucia de la tecnología y voluntad que vendría en los siglos siguientes, y sobre todo de la llamada Revolución Verde de mediados del siglo XX, que permitió mantener la producción de comida a la par con el crecimiento de la población. Este milagro sólo fue posible gracias a los bajos precios del petróleo, ya que si algo en el mundo depende de los hidrocarburos es la agricultura. Casi todos los alimentos del mundo son sembrados utilizando fertilizantes y pesticidas a base de petróleo. Lo cual sólo es el comienzo. Desde los chips de computadora hasta las pinturas de labios existen gracias al petróleo. Cosa que los países productores tienen en exceso, pero como usualmente no producen otra cosa que nuestra dote mundial de jugo de dinosaurio, igual terminarán pagando el precio en todas sus importaciones. En corto, el petróleo barato es la fuerza que mantiene a la humanidad como la conocemos. Tripliquen el precio del crudo y pueden decirle Bon Voyage a lo que conocen por civilización y hola al charlatán de Malthus.
EL MITO DE LAS RESERVAS
Por supuesto que existen las reservas internacionales, y estas supuestamente durarán por años, ¿no? Bueno…más o menos. Todos los países exportadores de petróleo, incluyendo los miembros de la OPEP, proveen estimados acerca de la cantidad y calidad del petróleo que se esconde debajo de sus territorios. Según estos, e ignorando a Disraelí (existen mentiras, grandes mentiras y estadísticas), el planeta tiene petróleo ligero y barato de sobra. Sin embargo la forma en que las reservas petroleras son calculadas tiene más de especulación que de ciencia.
Ningún país permite auditorias sobre sus reservas o métodos para calcularlas y se cree que muchas son exageradas para mantener tanto credibilidad crediticia como cuota de producción. La OPEP, por ejemplo, limita la producción de crudo de sus miembros, pero los expertos creen que para aumentar sus ganancias, estos países han inflando sus estimados. Esto no se puede probar debido a la confidencialidad de las cifras, pero si la industria privada es algún ejemplo, Royal Dutch/Shell, una compañía que regularmente es objeto de auditorias, admitió en el 2002 una exageración de sus reservas en el orden del 23%. En comparación, una caída en la producción de apenas 5% provocó un alza de hasta 400% en los precios del petróleo en los años setenta.
Exagerados o no, los reservorios internacionales nunca dieron signos de agotamiento y la estabilidad de los precios sólo era amenazada por problemas políticos (como la reciente huelga petrolera en Venezuela) o naturales (como el huracán Katrina). Un aumento en la producción mundial usualmente mantenía en línea los precios. Pero la incapacidad para controlar la reciente alza en los precios, ha sido tomada por algunos como un signo de que la producción ya no puede controlar el precio.
En el primer cuarto de este año, cuando el petróleo alcanzó los $50 por barril, Washington anunció que todo sería temporal, ya que Arabia Saudita había aceptado aumentar su producción actual y gastar $50 billones de dólares para aumentar su producción en los próximos diez años. A $70, Arabia no sólo no ha aumentado la producción sino que los sueños de hacerlo a largo plazo han sido catalogados de diplomacia. Algunos observadores aseguran que aunque Arabia puede estar jugando sus cartas para aprovechar el ingreso extra, lo más seguro es que no haya aumentado la producción simplemente porque no puede hacerlo, que de ser cierto, nos pondría al borde de un barril de petróleo en el orden de los tres dígitos.
Según Alí Naimi, el ministro árabe del petróleo, Ghawar, el principal reservorio de petróleo árabe no sólo pude producir el prometido aumento a 12.5 millones de barriles diarios, sino que puede hacerlo por los próximos 30 a 50 años, lo cual suena jalado por los pelos aún si no tomamos en cuenta que la falta de capacidad técnica para hacerlo.
Este verano, Sadad al-Husseini, el ex-jefe de exploración y producción de ARAMCO, la compañía estatal árabe de petróleo, declaró al New York Times que producir petróleo depende de muchos factores, incluyendo infraestructura y personal que no existen hoy en día. «Para producir y mantener 15 millones de barriles al día, Arabia tendría que taladrar más pozos, y construir más tuberías y refinerías.», afirmó Husseini. «Actualmente la industria petrolera mundial tiene un déficit de ingenieros calificados para supervisar estos proyectos y los equipos y la materia prima, como el hierro, para construirlos. Estas cosas no pueden sacarse del aire, o ser desarrolladas tan rápido como para cumplir con la demanda.»
Y los efectos de la capacidad y producción no sólo nos afectan ahora. En sus cálculos a futuro, el gobierno norteamericano cuenta con que Arabia producirá 18 millones de barriles al día para el 2020 y 22.5 en el 2025 (más o menos el doble de lo que produce ahora), no basado en números reales de producción, sino en cálculos de consumo. Según Husseini esto es irreal, y si fuera posible aún está el problema del crecimiento de la economía mundial. Según cifras de la OPEP, la demanda de petróleo a nivel mundial es de 84m b/d, será de 90.6m b/d en el 2010 y de 103.2m b/d en el 2020, siendo conservativos en el crecimiento de las economías de India y China donde viven la mitad de los habitantes del mundo. Sólo en China el consumo de petróleo en los últimos diez años se ha duplicado, la cantidad de autos ha saltado de 700,000 a siete millones. Y aunque tiene reservas de 17.74 billones de barriles, en comparación con lo que van a necesitar en los próximos 20 años, no tiene una gota de petróleo.
IT’S A MAD MAX WORLD
Hasta Dick Cheney está al tanto de esto. En 1999, en un discurso mientras todavía era CEO de Halliburton éste afirmó que «Según algunos estimados, habrá un aumento en la demanda global de petróleo del 2% en los próximos años, junto a un conservador declive natural de 3% en la producción de las actuales reservas.» Esto es, el pico viene y viene rápido. Por lo que en los próximos años esperen, entre otros efectos que los EE.UU. no salga de Irak (Irak tiene el 10% de las reservas petroleras mundiales) y la apertura de nuevos teatros de guerra a nivel global.
En Occidente, el único país con reservas relativamente fáciles de explotar es Venezuela, pero los riesgos de cualquier tipo de acciones en contra de ese país por parte de los EE.UU. sobrepasarían cualquier beneficio (empezando por un enfrentamiento directo con China, que ya picó adelante firmando contratos de abastecimiento con ese país), lo cual no evita que se le presione de la manera en que se hace ahora mismo. Además, a largo plazo, mucho del crudo en Venezuela será pesado, como el que existe en Canadá y Colorado cuya producción no consiste en abrir un hueco en la tierra y aguantar la explosión, sino en un proceso arduo que se cree consume más energía que la que produce.
Por eso, en lo que el analista del Village Voice James Ridgeway, tacha de la próxima «misión de paz» de la OTAN, las empresas petroleras norteamericanas, han puesto el ojo en el Mar Caspio, específicamente en Azerbaiyán. Este país, a diferencia de, digamos, Venezuela, es controlado por una dictadura de las peores, con el mismísimo website de la embajada norteamericana en Bakú afirmando que Ilham Aliyev, el actual presidente, fue elegido en el 2003 en unas elecciones con «numerosas y serias irregularidades», miembros de las fuerzas armadas «cometieron numerosos abusos a los derechos humanos»; la policía «torturó y golpeó personas en custodia, y utilizó fuerza excesiva para extraer confesiones» y que el derecho a la libre opinión y la prensa «continúa siendo restringido por el gobierno», entre otras menudencias.
Sin embargo, Donald Rumsfeld ha visitado tres veces ese país en los últimos dos años, en lo que pareciera ser una jugada para rodear Irán con tropas y evitar que China tenga acceso al petróleo del área. China, a los ojos de Washington requiere todo el petróleo del mundo, pero sólo mientras su consumo no interrumpa el abastecimiento mundial (o norteamericano) y eleve los precios, lo cual es simplemente imposible.
Los EE.UU. dirige sus armas hacia Irán en vez de hacia Azerbaiyán, porque la lucha contra el terrorismo es una lucha por petróleo. Azerbaiyán, que no sólo está estratégicamente localizada sino que también tiene petróleo, lo sabe y por eso se está alineando con el que cree el partido ganador, especialmente cuando sus relaciones con Rusia al Norte, Georgia y Armenia al oeste e Irán al Sur no son precisamente una luna de miel. Y al Este, un puerto clave en el Mar Caspio, que daría presencia militar a los EE.UU. y más formas de transportar crudo fuera del área.
Pero el asunto no es sólo norteamericano. Teniendo a Azerbaiyán como aliado e Irak como propiedad, los EE.UU. también mantiene el petróleo fluyendo hacia Europa, que de ser golpeada por una crisis podría llevarse por los cachos a los EE.UU. y Asia, que realmente nunca se ha recuperado de la crisis financiera de 1997.
Este mismo modelo se está aplicando al intentar ayudar al áfrica o meter la mano en Venezuela. Con el Medio Oriente inestable y las regiones estables (llámese el Mar del Norte o Venezuela) produciendo cada vez menos o simplemente proveyendo al resto al mundo, estas zonas ahora son de vital importancia para mantener el petróleo fluyendo, así sea gota por gota. Lamentablemente los chinos creen lo mismo, y aunque no ha habido un conflicto diplomático de mayores proporciones con EE.UU., en el momento en que la economía entre en recesión, aquí o allá, otro gallo cantará. Además, ¿No son los rusos los que creen que el petróleo de Azerbaiyán es de ellos? ¿Acaso no es Irán socio estratégico de Rusia en el Medio Oriente? ¿Pesimista? Quizás, pero lo cierto es que sin alternativas a nuestra actual dependencia petrólera, nada evitará que los países industrializados busquen controlar las reservas de hidrocarburos, estén bajo su suelo o no.
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