La inspiración: ¿musas o cadenas de pensamientos?

Los escritores, especialmente, los noveles, nos enfrentamos a menudo con el síndrome de la hoja en blanco. Estas épocas de sequía se reconocen a simple vista por frases como «no logro algo que valga la pena» o «no se me ocurre nada». La capacidad inventiva se encuentra por el piso. La inspiración se vincula a una especial apertura o predisposición del espíritu que surge en «determinados momentos» por obra del destino, la casualidad o la magia. Sin embargo, este artículo pretende demostrar lo erróneo de esta concepción y abordarla desde otros enfoques.

Considero que la inspiración se halla en el individuo, no viene impuesta desde afuera ni es modelada por fuerzas sobrenaturales. Si bien, este fundamento puede parecer una obviedad, no lo será a medida que nos adentremos en el estudio de la cuestión pertinente.

¿Qué elementos impulsan el proceso creativo? Por lo general, una imagen, una palabra o alguna situación actúan como «disparadores» de la invención, los cuales pueden proceder o no del mundo exterior.

Piénsese en la inspiración como una añeja botella de vino tinto. El líquido, o sea, el material o contenido —pensamientos, recuerdos, ideas— almacenado en el cerebro, permanece fuera del alcance del paladar, es decir, de la conciencia. No obstante, está descansado, pero, a la expectativa de ser degustado o descubierto por el sujeto. Los disparadores se comportan como el sacacorchos del recipiente. Una vez destapado, el alcohol fluye a borbotones. Un mecanismo similar, aunque mental, sucede con los autores: cataratas de palabras salen a la luz ante determinadas locuciones, sensaciones o imágenes.

¿Cómo se explica que la inspiración alumbre un parto que comienza con un término o frase para convertirse, inmediatamente, en un aluvión «desordenado» y «anárquico» de reflexiones, personajes, metáforas y hechos? Muchos autores responderían: «libre asociación«. Sin embargo, me aventuró a sostener que la misma no existe o, al menos, no es tal como la imaginamos.

La única explicación posible se halla en que archivamos toda la información bajo estructuras o cadenas de pensamientos, las cuales se extraen del subconsciente. «Aparentemente», no poseen ningún nexo o sentido entre ellas, pero, si lo tienen en el inconsciente. Por eso, aparecen en forma copiosa y abrupta, sin ningún esfuerzo previo.

En síntesis, el estado de inspiración desnuda las redes o estructuras de relaciones de información y/o contenido, que subyacen en las capas más profundas de la psiquis, a través de «disparadores» (significados, conceptos, recuerdos, palabras, sentimientos, impresiones, etc.) que se relacionan o forman parte de dichas redes. Esto condiciona, la gestación de tal o cual cadena de pensamientos y no otra.

La escritura libre y el trabajo diario develan las diferentes cadenas e interrelaciones, únicas e irrepetibles en cada persona. De esta manera, no sólo se pule y perfecciona el estilo, sino que la redacción alcanza mayor nitidez y verosimilitud. La literatura consistiría, en última instancia, en un acto de auto-revelación a pesar del tiempo y de uno mismo.

María Milagros Roibón es una poeta y escritora argentina y una de las creadoras del portal literario Poetas en la Red.


Descubre más desde El Nuevo Cojo Ilustrado

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario