La muñeca Barbie ya cuenta con más de 40 años en el mercado. A pesar de su edad, sigue teniendo una figura envidiable, estereotipo por excelencia, formadora de cánones estéticos durante estas últimas décadas. Censurada, criticada, envidiada, Barbie se instaló en la vida de la mayoría de las criaturas occidentales, y desde ahí trabaja en lo más profundo del subconsciente, estructurando un modo de percibir y valorar la belleza y la estética del cuerpo humano.
Pero no se resume a una figura escultural y un rostro angelical, Barbie además tiene un auto descapotable, de lujo, ropa hecha a medida, trajes brillantes para fiestas brillantes y una vida preestablecida. Barbie es patinadora, bailarina, princesa, cantante, estudiante, fashion, siempre muy fashion. Casi no queda opción a la fantasía, inventarle otra vida plagada de esfuerzos, fracasos, desengaños aunque solo sea un juego, sería opacarla, sería no entender las reglas de un juego, también preestablecido (juegos infantiles que se mezclan horriblemente con juegos de mercado) es restar encanto a la fantasía y a la inocencia. Pero sobre todo representaría quitarle glamour a una idea que nació glamorosa.
Pero ya no quiero hablar más de la muñeca perfecta, ahora mi mirada se fija en las falencias de su compañero. El famoso Ken, que de tan perfecto en su estética, de tan musculoso, rubio y bronceado cada vez tiene más aspecto gay, y como si fuera poco, además viene sin pene.
Mi pregunta lógica, como si fuera un chico de tres años es, ¿Por qué? Si Barbie tiene pechos, caderas bien marcadas, glúteos, por qué razón a Ken lo castraron ¿Que pretendía la empresa cuando diseñó ese producto? ¿Se les habrá escapado el detalle, pensando que solo hacían un muñeco para vestir y subirlo en el lujoso descapotable junto a la blonda perfecta?, ¿o habrán tenido miedo de que algún niño inquieto tratando de emular un poco la realidad, los acostara juntos en una cama, y entonces cuanto mojigato represivo estuviera suelto los demandara por perversión?
Según las interpretaciones que hago de las teorías de Freud, la estructura psíquica de las personas se forma en los primeros años de vida, y está ampliamente relacionada al descubrimiento que hacen los niños de la sexualidad, del propio cuerpo, de las diferencias entre hombres y mujeres, de la existencia o la falta de falo, del complejo de castración, del complejo de Edipo y de varios complejos más.
Nada más reprimido y nada más inocente que un niño cuando se toca los genitales, que es una forma simple y lógica de descubrirse, de interpretarse, y la pregunta a la que toda madre debe enfrentarse alguna vez, respecto al pene, a las diferencias, a la forma en que llegan los bebes al mundo.
Por esa misma edad, entre los 20 meses y los cuatro años, a los niños se les da por desvestir a sus muñecos, que representan humanos, que tienen cuerpos con formas de cuerpo. La inquietud es el motor del progreso, y la evolución psicológica de un niño transita esos caminos, la curiosidad por la humanidad.
¿Qué pasa cuando al desvestir un Ken, que se supone es hombre, no encuentran lo que creían iban a encontrar? ¿No es la misma forma de represión eso y el «no te toques, eso no se hace»?
Pero además, ¿no es una forma de discriminación? si Barbie revolucionó el mundo del juguete por tener pechos, alejándose de los tradicionales muñecos asexuados y tienen todas las curvas de una mujer desarrollada, ¿por qué al público femenino no se le permite evaluar las verdaderas condiciones de un muñeco hombre?
Las intenciones nunca son inocentes, y menos las intenciones en el momento de formular un producto destinado a un público muy bien delineado y que después de tantos años se sigue vendiendo como pan caliente.
Está bien, reconozco que yo crecí, y que quizás tengo demasiado mezcladas las instancias de descubrimiento y la poca inocencia que me queda.
Quizás lo que yo veo como un exceso de moralina, o la persistencia de tradiciones contradictorias y absurdas, simplemente responda a una reducción de los costos en la fabricación. O tal vez, si ampliamos un poco la mirada, podemos reconocer que un pene, no resulta, para las concepciones generalizadas sobre lo bello, un objeto estéticamente aceptable.
Bueno en fin, esta charla de borrachos está llegando a su final, al igual que la cerveza, pero antes de desbarrancar, me permito citar al gran pensador Cruz J.S., quien afirma que la “estética» es una concepción particular de alternativas visuales, lo que es, en concordancia a lo que debería ser. Considerando que Ken es un ganador nato, ¿cómo debería ser lo que no es?
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