VU: La banda más influyente de la historia del Rock

¿Cuál es la banda más influyente de la historia del rock? Ése es un podio muy discutido. Los candidatos más usuales son The Beatles, The Rolling Stones, David Bowie (como solista) o The Sex Pistols. Todas ellas reúnen méritos para aspirar a él, pues todas han marcado un punto de inflexión en la historia del rock y todas han dejado tras de sí una más o menos larga lista de discípulos, herederos e influenciados. Pero ninguna tan larga como la de la Velvet Underground.

En 1964 Los Beatles triunfaban con su tercer larga duración, «Help!», los Rolling Stones lanzaban su álbum de debut, compuesto exclusivamente por viejos temas de viejos y desconocidos bluesmen, y en Estados Unidos triunfaba la música surf, portavoz de un estilo de vida luminoso y hedonista (sol, playa, chicas) que iba evolucionando hacia el hipismo, otro estilo de vida luminoso y hedonista (paz, amor, drogas blandas y ropa de colores) el cual empezaba a encontrar su propio portavoz en bandas como Grateful Dead, Jefferson Airplane, The Charlatans, Big Brother and The Holding Company, y otros.
Y en 1964, en Nueva York, un grupo de estudiantes de literatura inglesa de la Universidad de Siracusa decidían juntarse para tocar juntos, formando así una banda de garaje destinada a poner el reverso oscuro a tanta eclosión de pensamientos soleados, joie de vivre y buen rollito. Pálidos como vampiros, se protegían del sol bajo sus ropas eternamente negras y sus gafas inevitablemente oscuras. Su música era igualmente oscura, cargada de ritmos obsesivos, despellejados riffs de guitarra eléctrica, chirridos y acoples de feed-back:la expresión musical del caos cacofónico de la urbe ubicua. Y no le cantaban al amor libre, sino al sadomasoquismo («Venus in Furs», «Femme Fatale») ni a las efervescentes experiencias de la marihuana y el LSD, sino a los infiernos de la heroína («Heroin», «Waiting For My Man») y las anfetas («White Light/White Heat»).

El grupo, inicialmente llamado The Primitives, pronto adoptó como nombre el título de una revistilla pulp sobre sexo bizarro que editaba la misma editorial que «El almuerzo desnudo», de William Burroughs, y que un amigo les enseñó durante un ensayo: The Velvet Underground. Bajo ese nombre, y con variaciones en la formación, tocaron entre 1964 y 1973. Durante ese tiempo disfrutaron de un público fiel pero escaso: nunca tuvieron mucho éxito. O, al menos, no en vida.

Si la cualidad única propia de The Beatles surge de la colisión de los talentos contrapuestos de John Lennon y Paul McCarthy, y la de The Rolling Stones surge de la colisión de los no menos contrapuestos Mick Jagger y Keith Richards, la cualidad única de la Velvet surge de la colisión de dos talentos singulares y también contrapuestos: el de John Cale, un galés estudiante de música clásica, experto en la viola (que electrificó) e interesado en la música progresiva, y el de Lou Reed, un joven judío de Brooklyn cuyo innato talento literario había llamado la atención de uno de sus profesores en la universidad, el poeta Delmore Schwartz, como él originario de una familia judía de Brooklyn.

Reed fue uno de sus protegidos, como en su día también lo habían sido Saul Bellow y Robert Lowell. Reed también admiraba profundamente a su profesor de literatura, y de hecho a lo largo de su carrera musical le ha dedicado varias canciones. La primera, «European Son», aparece en el primer disco de la Velvet, editado poco después de que Schwartz muriera súbitamente de un ataque cardíaco. Según Reed, esa canción fue un intento de demostrarle a su mentor, el cual despreciaba las letras de los temas de rock & roll por simples y superficiales, que el rock podía tener tanta intensidad y profundidad poética como un autor con talento quisiera darle.

A estos dos talentos singulares vino a sumarse un tercero: el de Andy Warhol, por aquel entonces gran gurú de la modernidad neoyorquina. Tras escucharlos tocar en un club, Warhol quedó fascinado por las sombrías texturas sonoras de la banda y las peculiares, densas letras de sus canciones, y les propuso ser su mánager. Su padrinazgo supuso para la Velvet ganarse un nombre en los ambientes artísticos, chic y underground de Nueva York. Se convirtieron en habituales de la Factory, donde solían tocar durante las fiestas y orgías que Warhol organizaba, y donde se codeaban con pintores como Salvador Dalí, escritores como Allen Ginsberg, Fernando Arrabal o Truman Capote, cineastas como Paul Morrissey o Gerard Malanga, actores como Edie Sedgwick o Joe Dallesandro, Drag Queens como Ultra Violet, Candy Darling o Holly Woodlawn (Lou Reed menciona a varios de ellos en su tema «Walk On The Wild Side»). También les supuso su primer contrato con una discográfica. Warhol les produjo, les diseñó la portada, con un sugerente plátano que podía pelarse, y les impuso una cantante femenina, bella, rubia y dotada de una singular voz grave: la modelo alemana Nico, recién llegada de Europa, donde había representado un pequeño papel en «La Dolce Vita», de Fellini.

De los álbumes ya hablaré luego en detalle y uno por uno. Del primero, baste decir, de momento, que sólo vendió 10.000 ejemplares, pero, como dijo Brian Eno (o Peter Buck, según otras versiones) todos los que lo compraron acabaron formando una banda. Entre ellos estaba el propio Eno, que pronto formaría Roxy Music con Bryan Ferry; un joven estudiante de cine llamado Jim Morrison, que abandonaría el cine para formar una banda hoy mítica, The Doors; un joven músico inglés llamado David Jones, que tras escucharlo abandonaría el folk-soul que tocaba en los clubs de Londres para embarcarse en aventuras musicales mucho más arriesgada, bajo el nombre de David Bowie; una joven poetisa neoyorquina llamada Patty Smith, a quien le inspiraría poner música a sus poemas.

Otros grupos que han reconocido a la Velvet como una de sus mayores influencias son The Dream Syndicate, R.E.M., The Brian Jonestown Massacre, The Cars (Rick Ocasek ha confesado que fue uno de los que compraron uno de los 10.000 primeros ejemplares), The Strokes, Siouxie and the Banshees, Beck, The Fall, The Pixies, Can, Kraftwerk, Neu!, Faust, Glen Danzig, Cabaret Voltaire, Red Hot Chili Peppers, Nirvana, Pavement, Psychic TV, Joy Division, Sonic Youth, My Bloody Valentine, Kings Of Leon, Crystal Castles, Jane’s Addiction, The Smiths y Jonathan Richman.

Pueden rastrearse influencias suyas también en The Cure, Nick Cave And The Bad Seeds, Violent Femmes, The Pretenders y hasta en el Iggy Pop post-The Stooges. Ninguna banda en la historia puede presumir de mayor número de discípulos. Ni de haber dado origen a tantos nuevos estilos: a la Velvet se la considera la pionera del rock experimental, del rock alternativo, del punk, de la New Wave, del grunge, del Gothic Rock y del Noise. Es la pionera, también, del maridaje entre rock y (alta) literatura: aún hoy, Lou Reed le disputa a Bob Dylan el puesto de mayor poeta del rock. Y pocas veces su poesía brilló a tanta altura como en los temas que compuso para la Velvet. Si la metáfora «brillar» es válida para semejantes oscuridades.

REALMENTE EXCEPCIONALES
DISCOS HISTÓRICOS
THE VELVET UNDERGROUND & NICO
(Verve, 1967) 
Queda dicho: uno de los álbumes más influyentes de la historia del Rock. Se llama «The Velvet Underground & Nico», aunque a veces es referido como «Andy Warhol», pues en la portada no aparece el nombre de la banda, pero sí, y en letras bien grandes, el del diseñador de la cubierta. La cual, por cierto, que también hizo historia en el rock: esa pegatina con un plátano rampante de gules sobre un fondo blanco, que al levantarla descubría un sugerente plátano pelado en vivo color rosa pantopón.

Canciones a oír: I’m waiting for the man, All tomorrow’s parties, Heroin, Venus in furs

WHITE LIGHT/WHITE HEAT
(Verve, 1967) 
Este es, sin duda, el disco más experimental de la Velvet. No apto para paladares delicados ni para tararearlo mientras suena en el equipo de sonido del auto, de excursión por la autopista. Supuso la ruptura con el padrinazgo de Warhol y la salida de la Velvet de su circo de fenómenos. Tampoco cuentan con la voz de Nico, que se había marchado para iniciar su irregular carrera como solista.

Canciones a oír: White Light/White Heat, Here she comes now, Sister Ray

BUENOS TAMBIÉN
PECADO NO TENERLOS
THE VELVET UNDERGROUND
(Verve, 1969) 
El primer disco sin John Cale es, en cierto modo, una refundación de la banda; de ahí que se titule con el nombre de ésta. Esta nueva Velvet es menos experimental en lo musical, algo más pop, algo más digerible. Sus guitarras suenan algo más folkie, carentes de los estrépitos eléctricos de ante. Ya no hay violas electrificadas que suenen como un gato siendo castrado con un cuchillo de madera, ya no hay órganos eléctricos chirriantes de estática. Aunque ahí siguen los ritmos machacones de la batería de Moe Tucker, y las guitarras, más limpias que antes, siguen destilando sugerentes atmósferas.

Canciones a oír: Candy says, Pale blue eyes, Beginning to see the light, After hours

LOADED
(Atlantic Records, 1970) 
El disco más pop, radiable y mainstream de todos los que grabara la Velvet. También es el último. Al menos, el último en el que participarían Lou Reed y los otros miembros de la formación original que aún quedaban, y el primero que publicó su nueva discográfica, Atlantic Records, tras haber sido defenestrados de Verve por poco rentables. Atlantic les contrató a condición de que hicieran un disco “lleno de hits” (loaded with hits), razón por lo que los socarrones muchachos neoyorquinos lo titularon Loaded, palabra que tiene otro significado en el submundo de la droga. No es que fuera un exitazo, pero contiene algunos temas que hicieron buena carrera en la radio, como Sweet Jane (desde entonces, el tema con el que Lou Reed inicia todos sus conciertos) o Rock’n’Roll.
MEJOR ÁLBUM EN VIVO
1969: VELVET UNDERGROUND LIVE WITH LOU REED
(Mercury, 1974) 
El disco se grabó en el año del título, durante una gira fuera de Nueva York que la banda hizo justo después de grabar The Velvet Underground, pero no se editó hasta 1974, y eso gracias a la insistencia del crítico musical Paul Nelson, que se empeñó en recuperar las grabaciones. El disco, doble, muestra un grupo con mucho rock and roll en las venas, en excelente forma, bien conjuntado y con un gran dominio del escenario. Buenas, y nuevas, versiones de casi todas las mejores canciones de los álbumes de estudio, algunas tan insólitas como la de Sweet Jane reconvertida en balada, más algunos temas que no habían sido publicados previamente, como el poético Ocean o el marchoso medley Sweet Bonnie Brown/It’s just too much.

Canciones a oír:Lisa Says, What Goes On, Sweet Jane, We’re Gonna Have a Real Good Time Together, New Age, Heroin, Ocean, Sweet Bonnie Brown/It’s Just Too Much, White Light/White Heat, I Can’t Stand It


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