King Kong (1976)

Lema: El evento cinematográfico más emocionante de todos los tiempos (modestos, los publicitarios).

Argumento: Una expedición petrolera, de la que forma parte una rubia cañón que no se sabe muy bien qué puñetas pinta allí, llega a una isla perdida. Petróleo no encuentran, pero sí un montón de nativos enfadados (debían tener noticias previas de cómo se las suelen gastar los petroleros con los nativos), algunos dinosaurios y un gorila de la talla XXXL que se lo quiere montar con la rubia, sin atender a diferencias de especie ni de tamaño. Y todos juntos se van a Nueva York a armarla muy gorda.

Antecedentes: Ahora que Peter Jackson arrasa en las taquillas de todo el mundo con su remake de esta historia de rubia zoofílica y simio acromegálico, es oportuno recordar que esta operación ya se llevó a cabo en el 76.

La actual versión de Jackson rinde homenaje al original, un pequeño clásico de serie B del 36, pero ignora completamente este otro antecedente, y eso que en sus tiempos tuvo tratamiento de megaestreno. Para diferenciarse de su antecesora, KK-76 jugó a fondo la baza de los efectos especiales, ciertamente más espectaculares que las maquetas y las animaciones en stop motion del original.

El problema es que las técnicas de efectos especiales cinematográficos quedan obsoletas a gran velocidad, y el pánfilo embutido en un disfraz de gorila y los rígidos animatronics que entonces eran lo último de lo último, vistos ahora, y sobre todo en comparación con la perfección técnica del gorila virtual de Jackson, se ven bastante chuscos, carentes además del encanto poético y kistch de los trucajes artesanales del original.

Otra característica que hoy mueve a risa es el intento de «modernizar» la historia. La versión de Jackson tiene al menos el acierto de mantener la atmósfera años 30 del original, pero en KK»76 los actores van vestidos según la hortera moda de los años 70 y los diálogos están plagados de referencias pseudoecologistas, pseudopsicoanalíticas y pseudofeministas, muy al gusto de la época, pero que oídas ahora a veces suenan involuntariamente humorísticas (juzguen si no por la pequeña muestra referenciada más abajo).

A pesar de todo, la película gozó de un cierto éxito de taquilla, se prolongó en dos secuelas aún más chuscas y pronto cayó en el más merecido de los olvidos.

Legado histórico: Es el primer papel importante en el cine de Jessica Lange, una buena actriz que, gracias a Dios, ha hecho cosas mucho mejores en su carrera posterior. Resulta asimismo curioso revisar su escena cumbre: en el original, el gorila era atacado por aviones en la cima del Empire State Building. Aquí, el ataque se repite en la cima… del World Trade Center. Lo que, tras haber vivido los acontecimientos del 9-11, tiene una lectura simbólica totalmente diferente.

Status: Despierta cierta nostalgia en algunos que la vieron por televisión cuando niños, pero por lo demás no es fácil encontrar alguien que la defienda. Jeff Bridges y Jessica Lange hacen todo lo posible porque no aparezca e sus respectivos currículums. No consiguió desplazar a la versión del 36 del imaginario colectivo, donde King Kong sigue siendo aquel King Kong en blanco y negro que desnuda a Fay Wray de forma tan inquietantemente erótica.

Ejemplo de diálogo

Dwan (a Kong): ¡Tú! ¡Maldito cerdo chauvinista simio!

Créditos

Dirigida por: John Guillermin. Producida por Dino de Laurentiis. Escrita por Lorenzo Semple, Jr., sobre el guión original de Merian C. Cooper, Edgar Wallace, James A. Creelman y Ruth Rose. Música de John Barry.

Protagonistas: Actores: Jeff Bridges, Jessica Lange, Charles Grodin.

134 minutos.


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