Hora pico

A muchas personas les incomoda hablar de estadísticas, pero a otras les sirve de brújula en medio de este boom gay. Son muchos los heterosexuales que han revisado una y otra vez su sexualidad y considerado la idea de intentar otras opciones. El argumento en general es, que en medio de todo este destape -fuertemente publicitado a través de los medios de comunicación- capaz que uno está metido en el closet y no se ha dado cuenta.

Claro, existen varios «detalles». Por ejemplo, los productos de consumo femenino, se venden a través de la exposición de la figura estereotipada de la hembra perfecta (con clarísimo contenido sexual). Es decir, desde un champú que produce orgasmos, pasando por toallas sanitarias, jeanes, desinfectantes para pisos, hasta afeitadoras (notar la astuta transformación de la Mercadotecnia: pelos-detestables/ afeitarse-actividad sexy)

En el caso de los hombres, el modelo es el mismo; basta fijarse en las vallas de «la catira», cualquier marca de whisky, snacks, automóviles y por supuesto, las afeitadoras. Todos con mujeres «universalmente atractivas» ¿Quién dijo que se mezclan los estímulos?

Imaginemos a un adolescente en pleno rush hormonal, en una fiesta jugando la botellita, borracho, le toca besar al amigo y siente un estímulo agradable al hacerlo (simplemente físico). Resultado: Gran confusión y por qué no, posible intento de suicidio desencadenado por un pánico homosexual.

Con esto no digo que ser homosexual sea malo. Simplemente que la explosión homosexual es equivalente a tratar de salir a la hora pico del metro: a veces te saca la gente a empujones y en el mezclote y los carterazos, se cambian lugares y uno ni se da cuenta en que segundo pasó todo.

Yo misma pasé por una «temporada en el infierno». Hace unos 3 años en una cita paracaídas, descubrí en plena lectura Braille de mi compañero, que el muchacho no tenía ni un pelo en el pubis -ni hablar de los cañones del pecho-. Muerta del asco y sin dar muchos detalles, la experiencia fue realmente traumática. Todo para que durante estos Carnavales, viera a medio pueblo de Cuyagua más lampiño que un fresco renacentista. Y no me refiero a los surfistas sino a los lugareños que venden guarapita y empanadas.

Según cifras recopiladas en el capítulo «Changing perspectives in Homosexuality» (Review of Psychiatry Vol. 12. American Psychiatric Press. Washington DC. 1996), estudios realizados en EE.UU, Bélgica, Perú y Filipinas, la Tasa de Homosexualidad masculina es similar en todos ellos y equivale al 15% de la población general masculina. La tasa de Homosexualidad femenina está en los mismos países en los alrededores de 7%. Valga acotar, casi la mitad. La pregunta queda en el aire: ¿Hay menos lesbianas o son más discretas?

Respecto a los transexuales, no encontré cifras específicas, pero pareciera que son más frecuentes los hombres que quieren ser mujeres, que al revés.

Según el Dr. Ignacio Taboada (Psiquiatra y padre de la columnista), «el problema está en definir quién es homosexual y quién no. La Oficina Federal del Censo de EE.UU de Norteamérica hace algunos años definió, con una clara intención política para disminuir el poder de lobby de los homosexuales, que era homosexual todo ciudadano que tuviese más de 3 relaciones homosexuales satisfactorias en un lapso de 2 años. Esto bajó la tasa de Homosexualidad masculina a aprox. 2,5% de la población general masculina. Entiéndase que si alguien se acomoda un chaparrro en el guariney cada año y lo disfruta, no es homosexual. Báilame ese trompo en la uña, para ver si tataretea.»

Así pues -como siempre- el poder determina qué está autorizado y qué no lo está en esta sociedad. Moraleja: que cada quien vea qué le gusta más y lo disfrute.


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