Esos minutos que son tan breves

Considero que sin precisión no se puede escribir bien, y es esa falta de precisión la que domina muchas veces el lenguaje escrito (y también el televisivo), tantas veces contaminados por los vicios de la oralidad cotidiana. ¿Pero hasta adónde hay que llevar esa precisión? Lo diré: hasta sus últimas consecuencias.

Deberíamos tener en cuenta que aquello que vale en el lenguaje oral a veces no vale en el lenguaje escrito, que siempre debe optar a la excelencia. Y la mejor forma de optar a esa excelencia es afinar el oído, poner el lenguaje a revisión, dudar de nuestras propias palabras.

Veamos un ejemplo.

Supongo que en más de ocasión habéis escuchado a algún presentador decir algo como

«En breves minutos les ofreceremos una primicia…»

o

«En breve les ofreceremos una primicia…»

o

«A continuación les ofreceremos una primicia…» [«A continuación» suele significar «después de la publicidad»].

También podríamos decir o escribir «en breves instantes», pero aquí alguien podría poner reparos, pues un instante está condenado a la brevedad.

Y es que a veces es más fácil ofrecer una primicia que hablar con corrección…


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