Desde muy temprana edad, mientras los otros niños jugaban, Arturo Michelena, el artista venezolano de mayor éxito en su tiempo, empezaba ya a dar sus primeros pasos en el quehacer pictórico sumergiéndose obsesivamente en el estudio del arte. Alentado por sus padres, comenzó a pintar desde muy temprana edad y a los diez años ejecutó su autorretrato con maestría. A los once fue designado ilustrador del libro «Costumbres Venezolanas». Arturo Michelena nació en Valencia, estado Carabobo, el 16 de junio de 1863 y su carrera fue muy corta, sin embargo, en el apresuramiento de su vida, mostró ser un dibujante genial y realizó un trabajo académico copiando de la naturaleza hasta sus más íntimos recodos con toda la espontaneidad de su temperamento.
Logró poner la atención en su obra cuando participó en la exposición organizada para celebrar las festividades del Natalicio del Libertador en 1882, en el Salón del Centenario. Para esta oportunidad expuso dos cuadros históricos titulados «La Alegoría de la República» y «La Entrega de la Bandera al Batallón sin Nombre».
La inquietud por involucrarse aún más en el conocimiento de la pintura, lo llevó a París en 1885 donde se inscribió en la Academia Julien y luego en Colarossi, y tuvo como compañero de estudios a Cristóbal Rojas. Paulatinamente, empezó a ganar éxitos en sus exposiciones en el Salón de Artistas Franceses y en 1887 recibió la distinción «Fuera de Concurso» por su pintura «El Niño Enfermo» —obra actualmente extraviada— concediéndole esto gran reconocimiento como artista extranjero.
Arturo Michelena presenció la inauguración de la Torre Eiffel y participó en la Gran Exposición Universal de París, en donde obtuvo una Medalla de Oro por su cuadro sobre la muerte de Carlota Corday dirigiéndose al cadalso. En esta obra muestra un realismo exacerbado y crea la atmósfera teatral del instante preciso que retrata. Este es considerado un triunfo más para Venezuela, en la cual repercutieron sus éxitos de manera estruendosa.
Regresó a su amada patria en 1889 y fue recibido con grandes honores, siendo aclamado en Valencia y Caracas como sólo antes lo había sido el Libertador Simón Bolívar.
La sociedad de Caracas esta deseosa de ser pintada por el gran pintor del momento, pero Arturo Michelena se dedica más a ejecutar obras de género histórico de gran formato, obras ambiciosas que lo llevarán a continuar la obra de Martín Tovar y Tovar —otro gran pintor venezolano hijo de un oficial granadino que luchó en la Batalla de Carabobo e hizo de la guerra un episodio digno de ser recordado, desplegando las páginas de la historia venezolana en sus grandes lienzos. Al poco tiempo de estar en Venezuela se enamora de Lastenia Tello Mendoza con quien contrae matrimonio y regresa a París a lograr nuevas conquistas. Allí participa en el Salón de los Campos Elíseos exponiendo la obra «Pentesilea» la cual ocupó la Sala de Honor.
El gran pintor Arturo Michelena reflejó en su trabajo artístico las diferentes tendencias que prevalecieron en su época, destacando los temas históricos nacionales e universales. Entre sus cuadros se encuentra «El niño enfermo», «La caridad», «Retrato ecuestre del Libertador» —ubicado en la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo— y una vasta producción de retratos de niños pintados en su último periodo, los cuales son reconocidos como los más bellos del patrimonio artístico venezolano.
Lamentablemente, su vida fue muy corta. Al final se va a vivir a Los Teques aconsejado por su doctor y en busca de un clima mejor. Allí pintó «Miranda en la Carraca«. En sus últimos días entra en un misticismo profundo y se dedica a la pintura religiosa, ejecutando «El milagro de la multiplicación de los panes, «Las bodas de canaán» y «La última cena», estas dos últimas inconclusas.
En 1898 fallece de tuberculosis a los 35 años, luego de la muerte de Cristóbal Rojas en 1890 debido a la misma enfermedad, dejando así en Venezuela el destino del retratismo académico temporalmente huérfano. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 29 de julio de 1948.
Otras Obras:
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