Actualmente, la República Dominicana es objeto de una capciosa campaña de descrédito cuyos principales alentadores son Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia e Inglaterra; los grandes soportes de la oligarquía haitiana. Y esta situación se torna infame, cuando dominicanos también se prestan y hacen daño a la patria, al usar de argumentos baladíes con el objetivo de confundir a las masas desconocedoras de nuestra historia.
El estado de la nación que tantas veces supo hacer respetar el general Pedro Santana, es lamentable. Ese Pedro Santana quien sable en mano truncó más de una vez las aspiraciones haitianas de apoderarse de toda la isla, cuando descontentos por la ruptura territorial que generó la independencia dominicana, trataron de recuperar el predominio que tenían.
Las constantes invasiones a la república así lo demuestran: en la batalla del 19 de Marzo de 1844, a pocos días de la declaración de la independencia, Pedro Santana y Antonio Duvergé vencieron a un ejercito superior, tanto numérica como militarmente. Igualmente, el 30 de marzo del mismo año en la ciudad de Santiago de los Treinta Caballeros, los soldados del general haitiano, Jean Louis Pierrot fueron derrotados y obligados a retirarse por las tropas que dirigían José María Imbert y Fernando Valerio.
La historia de la independencia dominicana, contada a medias, refiere muy poco la realidad, y al ignorarse las razones originales y limitarnos a ensalzar los méritos de los Trinitarios, más bien favorecemos el punto de vista del enemigo.
Al principio la lucha en el Este de la isla era homogénea con la llevada a cabo en el Oeste. La pelea era contra el régimen de Jean Boyer, quien aunque conocido como El Unificador, no lo es por unir el Este y el Oeste de Santo Domingo, sino por haber reunido al pueblo haitiano, cuyo territorio era gobernado en el Norte por Henri Christophe y en el Sur por Alexandre Petión, sucesores de Jean Jacques Dessalines, y que a la muerte de ambos Boyer logró unificar en 1820.
Esta hegemonía llegaría a su fin gracias al movimiento de La Reforma, que estaba compuesto de jóvenes dominicanos y haitianos, cuya conjura revolucionaria finalmente estallaría en Praslin el 27 de enero de 1843 y que tras triunfos sucesivos tanto en Lessieur como en Leogane, obligaron a Boyer a entregar el poder a Charles Hérard como cabeza de los alzados el 21 de marzo siguiente. En el Este de Santo Domingo, los acontecimientos también tuvieron una rapidez inesperada, cuando el arresto del padre de Pedro Alejandrino Pina por parte de autoridades haitianas leales al gobierno de Boyer, sirvió de catalizador para que los independentistas se movilizaran. Tres días más tarde, el 24 de marzo, Ramón Mella y otros discípulos fieles a la consigna dada por Duarte a sus amigos, se reunieron en la plazuela del Carmen y en unión de los cabecillas haitianos desafectos al gobierno de Boyer obligaron la capitulación del Gobernador haitiano Henri Etienne Desgrotte. Así tenemos que fueron los mismos haitianos con su grupo La Reforma quienes hicieron claudicar a Desgrotte, dando oportunidad a los Trinitarios de Juan Pablo Duarte (quien no se encontraba en el país en el momento de los hechos) para sublevarse y proclamar la República.
A partir de entonces las invasiones haitianas fueron constantes en la historia dominicana, y en la etapa conocida como la Primera República, estas fueron repelidas exitosamente por el General Pedro Santana. Lo cual es una proeza extraordinaria ya que en 1843 Haití tenía cerca de un millón de habitantes mientras el Oriente de la isla no llegaba a los cien mil.
El actual problema migratorio de Haití a la República Dominicana es otra de estas invasiones, y la intromisión de otras naciones es tan tácita como lo es como el desinterés de las autoridades dominicanas de ponerle coto a la misma, dando a entender el contubernio con la misma.
De manera deliberada se ha permitido que turbas ataquen a inocentes desposeídos, los cuales son usados como conejillos de india para crear y justificar la situación existente ¿acaso se duda que estos ataques son, en su mayoría, cometidos por los mismos haitianos?
Actualmente Haití está ocupada por una fuerza internacional militar, y quien funge como Presidente de la República es de facto o ilegítimo. Un títere en este plan que alega el «maltrato» de los haitianos en la República Dominicana ante las Naciones Unidas para atribuir al proceso competencia internacional, cuando en realidad no sólo es un asunto domestico entre ambos países sino que además, por la condición de fraudulento del gobierno haitiano, legítimamente no puede acudir ante organizaciones como la ONU.
Los dominicanos debemos estar conscientes de esta amenaza, manteniéndonos alertas a la misma y crear las condiciones necesarias para evadirla, recordando el mensaje enviado el 9 de marzo de 1844 al Presidente de Haití Charles Hérald Rivière por la Junta Central Gubernativa. En este, el pueblo dominicano expresa su resolución de mantenerse libre e independiente afirmando que: «…estamos resueltos a dar al mundo entero el espectáculo de un pueblo que se sacrificará en la defensa de sus derechos y que se reducirá a cenizas y escombros si sus opresores que se vanaglorian de libres y civilizados nos quisieran imponer condiciones aún más duras que la muerte».
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