Distorsiones y destemplanzas

En días recientes un alud de acontecimientos de repercusión binacional se dieron entre Estados Unidos y México. Nacieron, crecieron y se distorsionaron… y ante ello, sea lo que sea, estamos. Nacieron cuando el Senado aprobó la Real ID que el gobierno mexicano considera poco diplomática.

Esa medida dicta que la licencia de conducir será válida sólo si el portador puede demostrar su estancia legal. Pero lo que más irritó al gobierno de México es la facultad para ampliar esa denigrante pared en la frontera californiana que busca evitar la entrada de trabajadores indocumentados.

De esa burda manera el Congreso dio su apoyo a la seguridad en la frontera, causando de inmediato la indignación de los mexicanos. A principios de este mes hasta una nota diplomática tenía previsto enviar el gobierno de Vicente Fox al de George Bush. La medida fue desaprobada por extrema y tachada de anti inmigrante, como sin duda creo que lo es.

En medio de esos ires y venires una refrescante como esperada medida entró al debate nacional en torno a la inmigración. Si una reforma está en puerta, esa debe ser la propuesta de los senadores Edward Kennedy y John McCain. Ésta incluye la doble perspectiva de México y de EE.UU. desde que dirimen el problema de los trabajadores indocumentados. Resolver el problema implica legislar tomando en cuenta el razonamiento de las dos partes, y la respuesta es necesariamente binacional, siendo infructuoso todo empecinamiento en hallar una salida unilateral.

Y tanto las reacciones a la Real ID como a la iniciativa Kennedy-McCain estaban en pleno crecimiento, cruzadas, en ambos lados de la frontera, cuando se escuchó de nuevo la voz crítica del embajador de EE.UU. en México, Tony Garza, quien en Monterrey durante la cumbre Hemispheria 2005 soltó que México requiere ya de reformas legislativas (atoradas durante todo el sexenio foxista), que no puede seguir dependiendo de las remesas de los mexicanos en EE.UU., que eso es no tener política económica, que si se quiere reforma migratoria primero debe haber frontera segura, que en Tamaulipas reina la violencia, etc. De nuevo a Garza le salió lo franco sin matices, lo que cayó como balde de agua helada, y es que habló más como político que como diplomático, generando una reacción airada de los mexicanos.

Acaso Garza no puede ocultar su hechura en la arena política del sur de Texas, pasando por encima de las formas de la diplomacia; acaso su proceder también puede leerse como un mensaje de adelanto a los republicanos que tradicionalmente han venido pensando en la senadora Kay Bailey Hutchison como candidata al gobierno texano (por supuesto las mías sólo son conjeturas pues a la fecha lo anterior es nada más que el run-run en la región, Hutchison no ha dejado ver ni una señal pero es sabido que Garza pinta para gobernador); así, los desplantes de Garza bien podrían interpretarse en ese sentido, como estilo personal de (gobernar) alternar en la esfera internacional. Y es que no parece haber otra manera de explicar sus fuertes críticas, salvo que esté llamando la atención hacia el otro extremo de la frontera de donde está el repudiado muro.

Lo cierto es que a Garza le cayeron encima, los secretarios de Economía, de Relaciones Exteriores y sobre todo el de Gobernación, Santiago Creel, que airado le mandó a decir que no se metiera en asuntos internos que sólo conciernen a los mexicanos. Ese asunto está en el aire.

Y si se pensaba que ya peor no podía estar la relación, que nada más grave podría decirse, pues risueño, como siempre, Vicente Fox abrió la boca y terminó distorsionándolo todo.

En Jalisco, dijo que los mexicanos realizan en EE.UU. trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer…ante empresarios de México y Texas. Fox quiso defender a los mexicanos en EE.UU. con motivo de la Real ID, pero como de costumbre dio a entender lo que no deseaba, y le llovió allá y acá. En México los legisladores opositores lo tildaron de inculto, racista y falto de sensibilidad, para decir lo menos, y es que pues caray, ese mensaje menosprecia tanto a los negros como a los mexicanos en EE.UU. Desde acá Jesse Jackson atajó calificando de comparación espuria, con argumentos de ominosos tintes raciales, innecesarios e impropios. ¡Ufff!

De esto se espera más que la aclaración de la Oficina de Desmentidos y Precisiones de Los Pinos (Fox debiera tener una). Esas palabras en boca del presidente implican ofrecer una disculpa para la comunidad afroamericana y para sus propios paisanos.


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