Cronenberg: violencia sólo genera violencia

Durante sus primeras dos décadas como director, el talento de David Cronenberg se diluyó en el usualmente despreciado género que eligió como nicho: las películas de horror. Pero 30 años y pico más tarde, con la mayoría de los autores de este género apenas recordados como one hit wonders o mercenarios de películas de bajo presupuesto, la visión de Cronenberg brilla como poseedora de un leit-motif, que lo convierte en uno de los directores más perseverantes y enfocados del cine mundial.

Y en A History of Violence, nos damos cuenta que Cronenberg no experimentaba con los seres fantásticos capaces de explotar cabezas de Scanners, ni con los humanos genéticamente modificados de Rabid o The Fly. Cronenberg experimentaba con el público, sometiéndolo a sesiones de gran intensidad visual para probar sus límites. A History puede considerarse como su último intento de probar si es verdad que los seres humanos estamos curados contra la violencia tras ser expuestos a ella durante toda nuestra vida. La respuesta parece ser no.

Adaptada de la novela gráfica de John Wagner y Vince Locke, A History of Violence juega en dos niveles. Uno donde nos muestra un mundo sórdido y violento que eventualmente toma sobre la película, y otro donde la utopía norteamericana de Norman Rockwell se presenta como el estado ideal de vida a pesar de ser, en el fondo, tan violento como el primero.

En este mundo vive en perfecta armonía la familia Stall, Jack (Viggo Mortensen) y Edie (Maria Bello) junto a sus dos críos cuando un hecho inesperado los pone a prueba. Una noche cuando están a punto de cerrar su cafetería, dos maleantes se presentan y cometen el error de ejercer sus profesiones in situ y en una escena excelentemente coreografiada, Jack se encarga de los tipos convirtiéndose en héroe del día.

De aquí en adelante Cronenberg juega con el concepto de que la violencia sólo genera violencia, fustigándonos implacablemente por nuestro condicionamiento a la violencia como espectáculo. Y cuando digo fustigar, lo hago en el más estricto sentido de la palabra.

Como su nombre indica, esta película es sobre la violencia, sus orígenes y sus consecuencias, y no cae en embellecimientos a lo John Woo, adentrándose más bien en el territorio de David Lynch. En la escena de la cafetería, un efímero close-up sobre las heridas de uno de los malhechores nos recuerdan los sesos de Dennis Hooper en Terciopelo azul. Los nombres de los malhechores, Leland y Orser, son una composición del nombre del actor Lelan Orser, aquel que cometió lujuria en Seven de David Fincher, y como en esta, la violencia de este film es fea e indeseable, pero de alguna manera entretenida, cumpliendo su meta de hacernos sentir culpables por ser capaces de consumirla. Este es un film de altos valores artísticos, donde se destaca la actuación de Viggo Mortensen, uno de los más desaprovechados talentos que existen hoy en día en Hollywood.

Dirigida por David Cronenberg; escrita por Josh Olson, basado en la novela gráfica de John Wagner and Vince Locke; dirección de fotografía, Peter Suschitzky; editada por Ronald Sanders; música por Howard Shore; diseño de producción, Carol Spier; producida por Chris Bender y J.C. Spink; estudio: New Line Cinema Features. Duración: 97 minutos. Esta película es clase  R (restringida).

Protagonistas: Viggo Mortensen (Tom Stall), Maria Bello (Edie Stall), William Hurt (Richie Cusack), Ed Harris (Carl Fogarty), Ashton Holmes (Jack Stall), Heidi Hayes (Sarah Stall), Stephen McHattie (Leland Jones), Greg Bryk (Billy Orser) y Peter MacNeill (Sheriff Sam Carney).


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