Ciudad del alma

¿Quién eres tú?

Selva de asfalto y hormigón.

Bestia de ruidosas calles

en donde mora el dolor.

¡En verdad…

¿Quién te edificó?

Con tus colmenas infectadas

por la prisa y el mal humor.

La lluvia de tu estirpe huye

como de un volcán en erupción,

mientras, en tu vientre,

nido estéril,

fecunda el vacío,

el caos y la frustración.

Eres la alfombra

de hálito mortecino

que conduce a la perdición,

prometiendo con destellos de neón,

fama, felicidad, amistad, prestigio…

que al final se convierten

en deteriorante ambición.

Soy inmune a tus encantos,

porque en mi espíritu

reside el fervor,

hacia el campo aterciopelado,

apacible, abierto,

exento de corrupción,

en donde el grillo

de cadenas liberado,

canta con su propia voz.


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