Carta a mi novio adicto al porno

Querido novio:

Siento comunicarte que nuestra relación ha llegado a su fin. Como soy una romántica y pienso que el amor puede con todo, me propuse firmemente que nuestra diferencia de edad (18 años) no fuera un problema. Es por ello que pasé por alto tu adicción a la Nintendo y a que el iPod y iPhone sean una extensión más de tu cuerpo.

La gota que colma el vaso es el sexo. Me explico: A diferencia de mi generación (que creció sin Internet) tú lo hiciste delante de la pantalla, iniciándote en las «debilidades de la carne» con la pornografía. Desarrollaste tu psique desde muy pequeño mirando gonzo, triples penetraciones y lluvias doradas. Es normal, no te culpo, estaban a tu alcance en un clic de ratón. El problema es que creciste pensando que el sexo era aquello que te enseñaron.

Mi generación creció con apenas tecnología. Mi iniciación a los pecados carnales sucedió gracias a la revista Interviú y a aquel libro que todos los padres progres regalaban a sus hijos titulado «De dónde venimos» lleno de simpáticas ilustraciones de espermas con ojos. Era la época de la Transición Española y las pelis porno acababan de hacer su aparición. El inconveniente es que sólo se proyectaban en salas especializadas para mayores de 18 años y los niños no teníamos acceso a ellas.

La primera vez que vi una peli porno tenía la friolera de 20 años. Sucedió en la calle Montera de Madrid una tarde que conseguí arrastrar a mi sufrido novio dentro de una sala llamada «Cine Carretas» que proyectaba «Alicia en el país de las porno maravillas». Mi novio (un rockero de pelo largo) y yo, sentados en primera fila lucíamos sendas colas de caballo. Esto confundió un poco a los espectadores que se pensaron que éramos dos putas. A los diez minutos tuvimos que salir huyendo ante el acoso sexual.

Tras aquel desafortunado incidente decidí dejar el porno por imposible y echar mano de la realidad (mi sufrido novio rockero) y la imaginación—que nunca me faltó—, perdiendo interés por la ficción sexual.

A ti sin embargo te paso lo contrario: tu fácil acceso a ella hizo que la adoptaras como principal fuente de desahogo sexual. Tú mismo me lo dijiste un día: ¿Para qué ligarse a una chica que posiblemente no se acueste contigo y si lo hace me rompa el corazón cuando tengo una infinidad de tías buenas en pantalla? Ahora cada vez que estoy en la cama contigo siento que estoy compitiendo con alguna de ellas. El problema es que esto es algo que sucede muy poco (lo de la cama) pues siempre sueles estar «cansado». Curiosamente, cada vez que me siento delante de la pantalla, y miro el historial, veo que te has pasado dos horas mirando porno.

Y yo me pregunto: ¿Que tendrá Jenna Jameson que no tenga yo?

Como cualquier novia enamorada traté de complacerte (no vaya a ser que me cambiases por una de 25 años). Intenté entender aquello que tanto te gusta mirar cuando estás a solas. Para ello me senté delante de la pantalla pegándome de paso un maratón pornográfico de 48 horas con el fin de cogerle el gusto y aprender nuevas técnicas y piruetas. Todo con el fin de mantenerte a mi lado. Tras un fin de semana entero delante de la pantalla tomando nota, la pornografía me hizo llegar a las siguientes conclusiones acerca del sexo:

  1. Que todos los hombres tienen un miembro de por lo menos 24 cms, cualquiera con un miembro más pequeño deberá sentirse avergonzado, acomplejado y quedarse en casa lamentándose de su reducido tamaño.
  2. Besarse es una cursilada, algo que sólo pertenece a las novelas Jazmín y Corín Tellado.
  3. Los orificios de las mujeres son de goma.
  4. Todos los fontaneros/electricistas/mensajeros que vienen a tu casa tienen unas ganas irrefrenables de mantener relaciones sexuales contigo. Ojo con abrirles la puerta en bata porque dará lugar a terribles malentendidos.
  5. Como no tengas un cuerpo de gimnasio sin un gramo de grasa y unas tetas como balones de fútbol, no eres sexy.
  6. Adolescentes: Las amigas de tu madre son MILF, visten escote y tacones y están deseando que tu madre se vaya hacer la compra para abusar de ti sexualmente.
  7. A las mujeres nos ENCANTA que eyaculen en nuestra cara. Cuantos más hombres a la vez, mejor.
  8. El hombre y la mujer siempre alcanzan un sonoro orgasmo al mismo tiempo.
  9. Las mujeres sólo alcanzan el orgasmo vía penetración. Si eres mujer y no es tu caso, probablemente tengas algún problema serio.
  10. Los hombres feos, peludos y con barriga de 40 no tienen problema alguno para encontrar compañeras sexualmente disponibles de 18 años.
  11. Las enfermedades de trasmisión sexual no existen.
  12. El sexo siempre acaba cuando el hombre tiene un orgasmo.
  13. A las enfermeras las encanta hacer felaciones a sus pacientes.
  14. El acoso sexual siempre es bienvenido, especialmente cuando se trata de un casting, una oficina o un ascensor.
  15. Todas las secretarias, bibliotecarias y profesoras con cara de no haber roto un plato padecen un exceso de testosterona descomunal.
  16. Los ginecólogos son un gremio a evitar.
  17. Las dobles penetraciones en las mujeres no son dolorosas sino todo lo contrario.: suelen llevar a un sonoro orgasmo.
  18. Las funcionarias de prisiones son rubias siliconadas y están deseando entrar a la celda para que los prisioneros las violen en grupo.
  19. Los países del este están llenos de adolescentes con coletas chupando una piruleta haciendo auto-stop.
  20. A las mujeres nos encanta que nos escupan en la cara y nos llamen zorras.

Querido novio:

Una vez estudiada muy detenidamente tu escuela de educación sexual entiendo por fin la fuente de tu egoísmo: la pornografía está hecha por hombres para los hombres, y nuestra relación en el fondo no es más que una mala peli porno. Y es que las mujeres de carne y hueso somos un rollo: tenemos celulitis, arrugas, pechos caídos, el pubis sin afeitar y una libido más inestable que la política de Oriente Medio. Amén de nuestras propias fantasías (que muchas veces no coinciden con las tuyas), necesidades emocionales, exigencias de todos los colores y estados de ánimo variopintos. De paso te juzgamos, comparamos tus habilidades en la cama con las de otros ex, a veces te ponemos los cuernos y en ocasiones te rompemos el corazón. No me extraña que prefieras a las de la pantalla.

Uno de los problema con la pornografía es que no existe la intimidad, lo mismo que en nuestra relación, motivo por el que me haces sentir sola y vacía en la cama. De hecho a veces me pregunto si sabes que estoy ahí. Tu hobbie te hizo autosuficiente sexual, emocionalmente disfuncional y nos robó la intimidad. En el fondo no me necesitas. Tu conexión a Internet es mucho más fuerte que la nuestra.

Se despide,

Tu ex-novia


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