Caracas, 29 de junio del 2003

El pasado 29 de junio se dio inicio en Venezuela y el mundo, la celebración de la Semana del Orgullo Gay. En Caracas se realizó una parada que partió de la Plaza Brión de Chacaito y llegó hasta la Plaza de los Museos, como una de las primeras actividades organizadas por la Comunidad GLBT, en conmemoración de la ocasión. Más que la cantidad de asistentes —casa llena— me sorprendió la variedad y lo fabuloso del ambiente.

Se montó una tarima desde la cual se hicieron proclamas, bailoterapia y hasta un concurso de tatuajes y ropa interior. Más que la cantidad de asistentes —casa llena— me sorprendió la variedad y lo fabuloso del ambiente. Se montó una tarima desde la cual se hicieron proclamas, bailoterapia y hasta un concurso de tatuajes y ropa interior. Los asistentes fueron casi en su totalidad hombres y menores de 35 años, muchos de ellos transgéneros declarados y vestidos en fastuosos trajes, confeccionados por ellos mismos. Todo esto mezclado con los visitantes tradicionales del vecino Parque Los Caobos. Abuelos, madres y niños en bicicleta, todos compartiendo un domingo de verdadera diversidad.

A pesar de ser sólo el tercer año de este evento en Caracas, puedo decir sin lugar a dudas, que el movimiento está tomando fuerza rápidamente. En medio de la plaza, hubo quioscos donde se vendieron: banderas, camisas, llaveros, bandanas y demás cositas con el ya conocido pabellón arcoiris. Además se exhibió la bandera gay venezolana (presente en las Olimpíadas de Sydney 2002 y apoyada por canales de TV, medios impresos venezolanos y múltiples sitios web). Esta ha dado mucho de qué hablar, ya que no todos están de acuerdo con ella y muchos piensan que se debió haber organizado un concurso para elegirla democráticamente. Aquí estos muchachones llevaron sus propuestas en las franelas, con la idea de promover una nueva elección del símbolo que los represente.

La tolerancia fue ese día la consigna clave, y los asistentes —gay o no—, se sintieron totalmente cómodos y felices de compartir el inicio de este cambio, en la tan criticada mentalidad machista.

La presencia de lesbianas fue mínima o pasó desapercibida. Si bien es un hecho que según estadísticas médicas, el número de ellas es casi la mitad de la población gay masculina, el salir del closet es un proceso totalmente diferente cuando se es mujer, sobre todo en Latinoamérica.

El punto es el siguiente. Tomando como cierta la tendencia histórica que lleva a la Humanidad del libertinaje al conservadurismo y así infinitamente… ¿acaso no será el momento de salir del closet, no sea que luego sea más difícil? Hace aproximadamente un siglo, fueron las feministas y la lucha por la equidad continúa. Si realmente nos llenamos la boca con aquello de «La era de la tolerancia», dejemos las discriminaciones aprendidas y vivamos todos felices. Como dice un amigo mío: —Cabemos todos.


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