Bush, Europa, niños avispados y otras noticias de actualidad

A pesar de lo difícil que resulta tamizar la pila de barbaridades que usualmente salen de la boca del presidente George Bush y sus cruzados, en las semanas siguientes a las elecciones en Irak el notorio silencio de la Casa Blanca me hizo sentir un poco incomodo.

No porque extrañara de alguna manera la oratoria del señor presidente o de Dick «F*#!You» Cheney. Sino porque aunque después de la tempestad viene la calma, este silencio solo podía significar una cosa: los tipos estaban tramando algo, y por experiencias anteriores, esto no significaba nada bueno.

Ese algo resultó ser la metamorfosis de Bush de tejano tiracoñazos, en Santo Patrono Defensor de la Democracia y la Libertad. Y para iniciar este nuevo período de santidad, no se les ocurrió nada mejor que una gira europea para tratar de reconciliarse con unos líderes, que de poder hacerlo, lo echarían a los perros bañado en la sangre de los civiles iraquíes muertos por sus bombas inteligentes.

Y aunque por principio creo en la buena voluntad de los hombres. En que no importa cuan grave sea el error cometido, los seres humanos somos capaces de reflexionar y cambiar nuestro camino hacia el bien, no había pisado el Air Force One tierras europeas cuando tres noticias en la prensa norteamericana me recordaron, otra vez, que todo tiene sus excepciones y que a George Bush no se le puede creer ni los puntos ni las comas.

La primera, y a la que le voy a dedicar menos tiempo de todas, tuvo que ver con el narcopasado del señor presidente. Bush lo ha dicho mil veces, no es que él haya usado drogas durante su juventud, es que él no se acuerda. O al menos eso dice. Por suerte «alguien que él consideraba su amigo«, un tal Doug Wead tuvo la delicadeza de grabar algunas conversaciones con el entonces candidato a candidato a la presidencia para recordárselo.

Ante la pregunta de Wead de si había usado LSD, cocaína y marihuana, Bush respondió en la grabación que no respondería porque «No quiero a ningún niño haciendo lo que yo experimenté hace treinta años atrás.» Respuesta que aunque no precisamente directa, al menos es más honesta que las que había dado hasta ahora.

Cuando era candidato presidencial y ante los rumores que Junior se había metido hasta Drano por las narices, el Dallas Morning News le preguntó que iba a hacer con el formulario obligatorio que el FBI hacía llenar a todos los posibles trabajadores de la Casa Blanca. Bush entonces dio una de esas respuestas que lo han definido desde entonces. «Como yo lo entiendo, el formulario actual del FBI hace la siguiente pregunta «¿usó drogas en los últimos siete años?’ a lo cual estoy feliz de responder que la respuesta es no.»

Bien bueno. Eso lo libró de culpa por los últimos 7 años antes de 1999. Y ¿que hay de hace diez o más años atrás George? Que importa. «Tengo que decir que lo que hice en mi juventud es irrelevante…[L]o que es relevante es si he madurado, y sí lo he hecho.»

Y tiene razón. Todo lo que hizo antes no tiene ninguna importancia. Al final la mayoría de nosotros se debe haber drogado y emborrachado más que de lo que el joven Bush debe haber imaginado posible. El problema está en su fijación con negarlo o con criticar a otros por lo mismo cuando carece de cualquier moral.

Pero basta de cosas simpáticas. Ojalá todo el problema de Mr. Bush fuera el haber quemado unas cuantas piedras en el trailer de quien sabe que pana del colegio. El problema es que estas piedras, al parecer, hicieron todo el efecto del que hablaban aquellas famosas propagandas de Nancy Reagan contra el uso de drogas en el cerebro presidencial.

Porque mientras Bush está de gira por Europa pidiendo cacao por la manera tan dura en que puso la torta en el Medio Oriente, la estrategia, como de costumbre, no es ni remotamente tan directa como parece.

Es universalmente conocido que Europa no gusta de América. O por lo menos de Norteamérica. Y en especial de la del medio y ni hablar de su actual presidente. Y Washington siente más o menos lo mismo por los del otro lado del charco excepto, of course, los britones. Así que ¿a que viene dicho acercamiento? De antemano sabemos, y más lo debe saber el Departamento de Estado, que la respuesta es no, no y no. ¿Para que gastar saliva en Schroeder, Chirac y compañía?

Esa es precisamente la estrategia. Gastar saliva en Schroeder y Chirac, que como gente civilizada, y a pesar que entre bambalinas lo van a mandar a lavarse aquello, lo van a recibir y tratar como el jefe de estado que es y no como los cobardes que él los llamó hace dos años atrás. Para de ahí llegar su verdadero destino, Rusia y «la nueva Europa».

Rusia, por razones obvias. Putin está a punto de mandar la democracia al mismísimo zipote y de convertirse en algo que haría ver a Stalin como Hello Kitty. Y en el mundo, en la mente de Bush, solo puede haber un nuevo Stalin, y ese es él.

Y la «Nueva Europa», porque esa es la única que va a llegar a algún tipo de acuerdo con él Y para convencerlos de que el American Way of Life, es decir, nosotros vivimos bien allá, mientras ustedes trabajan ensamblando Nike’s a cambio de espejitos aquí, es el camino hacia el futuro y la libertad, no va a comedir en gastos. Y el mejor ejemplo está en la llamada nueva prensa libre del este europeo.

Y aquí olvídense de esos ejemplos tan comunes en Latinoamérica o áfrica, donde empresas enteras respiran, comen y sueñan gracias a la CIA. En Europa del Este el asunto es descarado, convencida como está la administración Bush, de que él está en lo correcto y el resto del mundo está equivocado.

Visitando dos de los websites noticiosos más populares de esta zona del mundo, donde se reportan desde crímenes comunes hasta deportes y asuntos de alta política internacional, The Southeast European Times, dirigido a la población no musulmana y Magharebia, dirigido a lo contrario, nos conseguimos con el siguiente «disclaimer» en una de sus páginas: Magharebia/ The Southeast European Times «is a Web site sponsored by the US Department of Defence.»

Y eso no es todo, más adelante «agradecen» al público la diseminación del contenido de ambos websites «que puede ser distribuido sin permiso…aunque ni el gobierno de los Estados Unidos, ni el Ministerio de la Defensa…garantizan de alguna manera, expresa o tácita» que los documentos en estos sirvan para algo.

Por eso es que mi gusta tanto aquel libro…»1984″. Si los soviéticos en vez de haberlo tomado como una ofensa lo hubieran tomado como lo hizo Washington, como una lección, el mundo hoy en día sería muy distinto.

En un futuro no muy lejano, la Nueva Europa, puede convertirse en la verdadera Europa si la forma en que la Unión Europea vota en el parlamento les otorga un voto igual a todos los países miembros, en vez de cómo pretende Berlín y París de tomar en consideración la importancia del país. Algo así como lo que se hace en EE.UU. con el Colegio Electoral o en la ONU con el Consejo de Seguridad. Y como lo que es bueno para mí, no es bueno para tí, Washington se ha convertido en el defensor #1 de la igualdad en el continente europeo.

Y con esto en mente es que la administración Bush pretende atacar la amenaza europea. Alienando a los países que ya de por si están resentidos con sus vecinos por ponérselas tan duras para unirse a lo que por derecho pertenecen, y garantizarse el apoyo en cualquier tipo de aventura que se le ocurra a la Casa Blanca mientras los tejanos estén en el poder. Orwell, te quedaste corto.

Estas noticias a los norteamericanos, sin embargo, les parecen de perlas. Y no porque les gusten, sino porque nunca se van a enterar de ellas. Sin embargo cerca de casa, el panorama de la democracia y la manipulación mediática no está muy lejos de parecérsele.

El 22 de febrero pasado, el New York Post reportó que el Departamento de Educación de Nueva York expresó sus disculpas por una iniciativa que estoy seguro no se repetirá, y que como de costumbre asumió que toda la población es tan estúpida como el gobierno supone.

El engorroso asunto tuvo que ver con la tarea que un maestro de la escuela pública #51 en Brooklyn llamado Alex Kundhardt asignó a sus alumnos: escribir cartas a un soldado actualmente estacionado en Irak. Y como buenos niños, estos dijeron exactamente lo que ven.

Una de las cartas lee: «querido veterano, ¿como estás? He estado pensando bastante acerca de todo lo que pasa en Irak, y pienso que es injusto que cuando el presidente nos mete en problemas, ustedes sean los que tienen que pelear las batallas….me preocupa cuantos soldados perdemos cada día, ¿Más de 50? ¿Menos de 40?…por aquí tememos que solo 50 ó 100 de ustedes sobrevivan y regresen a casa y el resto se vaya para siempre.»

«¿Porque querías ir a la guerra?» le preguntó otro niño al soldadito «Yo estoy en contra de ella porque aunque están arriesgando la vida por nuestro país ¿has visto cuantos civiles tú u otros soldados han matado? Yo sé que estás tratando de salvar nuestro país y matar los terroristas pero también estás destruyendo lugares sagrados como mezquitas. Mi religión es el Islam y es triste ver a mis compañeros musulmanes morir…Quienes crees que los iraquíes ahora ven como terroristas ¿a nosotros o a ellos?…ellos no nos hicieron nada a nosotros, fue Osama…nosotros fuimos allí buscando más petróleo.»

«Por lo que veo en televisión y en los periódicos,» apuntó uno de los más incisivos «no creo que los EE.UU. esté ni siquiera cerca de obtener la libertad en Irak…Bush cree que él es muy valiente…en su pequeña casita blanca con tantos guardias como cree que necesita…y por cierto cuando matas a alguien ¿se siente bien o se siente horrible?».

El soldado, un tal Rob Jacobs, que ni siquiera está en Irak, sino estacionado en Corea esperando ser transferido, se quejó de las cartas con su familia que a su vez contactó al Departamento de Educación. «Si yo estuviera en Irak» declaró Jacobs «y leyera que la juventud de nuestra nación no quiere que yo este allí y no creyera en lo que estoy haciendo, eso me confundiría…me gustaría creer que estas cartas fueron manipuladas por el maestro o los padres de estos niños…me perturba pensar que los niños hayan pensando estas cosas por ellos mismos.»

Bueno, Tierra a Jacobs, no estoy muy seguro debajo de que piedra estabas viviendo en los EE.UU. antes de entrar en la milicia (aunque sé que era en alguna parte de Nueva Jersey), pero eso es lo que la gente piensa en este país, y peor porque viene de niños, que no hacen sino repetir lo que ven en la televisión y escuchan en casa.

Tristemente, si Jacobs hubiese de alguna manera tenido la oportunidad de ir a la universidad en vez de salir de las filas del desempleo alistándose como soldado, muy seguramente pensara como estos niños de los que no volverá a escuchar jamás con todas las medidas que ahora se están tomando para hacer que solo las misivas de carácter «patriótico» e «imparciales» lleguen a las tropas en el frente.

Sorpresivamente, este screening que Jacobs declaró es necesario «para evitar la desmoralización de los soldados», fue rechazado en una rara muestra de confusa lucidez por el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg. Bloomberg declaró que los soldados deben entender que una de las cosas que ellos defienden con las armas es la libertad de expresión «y uno no puede ir por ahí censurando lo que la gente quiere escribir». Por una vez, bien por el alcalde, aunque sabemos que esto, de las palabras, no pasa.

Finalmente, una de las estudiantes escribió que ella creía que «él estaba siendo obligado a matar gente inocente» y le retó a que nombrara un solo terrorista iraquí, «Yo sé que yo no puedo».

Querida, no estás sola, yo tampoco.


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