Aquel día en Dallas

Aquellos que somos demasiado jóvenes para recordar el 23 de noviembre de 1963 puede que nos preguntemos cual es toda la bulla con respecto a Kennedy. Todos sabemos que la muerte de un presidente no es algo bueno, pero no podemos comprender lo que la suya significó para el planeta. Mucho menos comprender el estudio de un evento que sucedió hace 40 años. Para una juventud que las noticias de la semana pasada son historia antigua, es difícil entender la importancia que un hombre puede tener para siempre.

No podemos entender el tamaño de su figura y de las fuerzas descomunales a las que representaba y a las que se oponía, pero no hay que sentirse mal por esto. A las personas que hoy en día recuerdan este acontecimiento por haberlo vivido, la historia de los años veinte les parecía historia antigua y con toda seguridad no sabían mucho de ella.

Aquellos que vivían el día del asesinato del presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, con toda seguridad recuerdan dónde estaban, qué estaban haciendo y qué día de la semana era cuando se enteraron de la noticia, tal como los que vivimos el 11 de septiembre de hace dos años, sabemos exactamente, que era martes cuando vimos las Torres Gemelas arder y derrumbarse.

En cierta manera podemos comparar estos dos momentos en la historia del mundo por las consecuencias que produjeron. Tras la muerte de Kennedy se intensificó la guerra en Vietnam, la lucha contra el comunismo y la desconfianza en el gobierno de los Estados Unidos. Todo muy similar a lo que vivimos hoy en día.

De haber vivido, Kennedy quizás no hubiese cambiado mucho la historia. Existen pruebas que la mayoría de los cambios que se le atribuyen como inacabados, no estuvieron nunca dentro de sus intenciones. Pero siempre queda la duda. Un tal vez. Un «y que si…».

El mundo cambió el día en que JFK cayó muerto a balazos. Quizás perdimos al hombre que hubiera hecho el mundo en que vivimos un lugar mejor para criar a nuestros hijos. Quizás no. Pero ante la duda, le rendimos nuestro más sincero homenaje al primer presidente estadounidense en voltear los ojos hacia Latinoamérica más como un vecino que como un patrón.

Por favor esperen un perfil detallado de su vida en nuestro próximo número en la sección de perfiles.


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