En la cabina presurizada
por encima del Caribe
armar versos como rayas en un espejo
mis ojos narices y el cielo la rumba
mientras abril y marzo atraviesan mis tímpanos
con un chorro de miel radioactiva.
Como un bisturí
neurocirujano celeste
las alas atraviesan los sesos de algodón
y el recuento me asalta
perfumado de pólvora y hojuelas de nácar
Sacarac al revés ciudad de cabeza
me regala dedos húmedos al pie de la montaña
que separa mis sueños del agua que lame
las orillas de la muerte
y cede los abrazos y las sábanas y los labios
adormecidos de roble y cebada donde duermo entre
sudores a la espera de la luz blanca
Abrazado a los pies de Maltín-ojos-de-estrella
Vuelo sobre cinc y ladrillos dejando atrás un arco iris
y una lluvia de bombas para derretir ojos muertos
Jonás desde su ballena pide toda el agua del mundo
para alcanzar las alturas del Humboldt
y rociar queso rayado sobre su vientre de caraotas
y sus cachetes de arepa
y sus bíceps que nadan del malecón a Naiguatá
Mi niñez burguesa me saluda
desde la espuma de Puerto Azul
Gira el disco duro y bombea más sangre
y el Caribe de plata abraza mi sombra y su estela
Se aleja el asiento y prescindo del vaso
La botella de etiqueta me besa los labios
Su dedos de fuego iluminan las paredes de mi casa
donde tus manos componen un bestiario de sombras
Desciende el fuselaje y giran las turbinas
Mi espalda se arquea hacia el centro del valle
buscando la almohada donde mis cabellos
echaron raíces y bebieron humores
Un vector brutal me sumerge en el golfo
Salta el arco en pedazos
En los ojos de Maltín se apagan las estrellas
Muere el penacho negro de una molotov
Cae el tren de aterrizaje con un golpe seco
Y al fin tú
Incandescente
Una flecha a la deriva en el centro de la diana.
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